PÍO BAROJA


PÍO BAROJA
LAS NOCHES DEL BUEN RETIRO
Caro Raggio / TusQuest ed.

FABULARIO DE LAS AVES

FABULARIO DE LAS AVES
(Un vuelo por la tradición oral y la literatura) 
Manuel Garrido Palacios
Portada: El Bosco. El jardín de las delicias (det.)
Ilustraciones interiores: Iván y Noé
Editorial Calima • Palma de Mallorca, 240 pg.


El trabajo etnográfico, de larga tradición en España aunque no siempre del todo reconocido, tiene en Manuel Garrido Palacios a uno de sus exponentes más prolíficos, no sólo en la obra impresa, sino también en una amplia trayectoria cinematográfica y televisiva. Pero a sus muchos volúmenes dedicados a fijar el rico venero popular, el imaginario español y de otros países, suma en esta ocasión al trabajo etnográfico la dimensión histórica y literaria que estaba aún por desarrollar en España, en la línea de James Frazer o de Maxime Chevalier. El mito, el cuento, la leyenda contadas a viva voz en los pueblos se interpretan a la luz de la rica tradición literaria occidental, en la que surgen asombrosas semejanzas como testimonio de una continuidad no siempre percibida, pero real, como se demuestra inequívocamente mediante el contraste textual con fuentes tan lejanas en apariencia como Aristóteles, Ovidio, Plinio, la Biblia, Covarrubias, Cervantes, Gracián, Tirso, Fr. Luis de Granada, Lope, entre otras muchas, siempre precisas y reveladoras de un concienzudo trabajo de investigación. El volumen, anticipo de una obra más amplia en el mismo sentido, toma como eje de reflexión las fábulas y los cuentos que el pueblo español ha dedicado a las aves: el cuco, el águila, la grulla, el cuervo, el gallo y la gallina, los pájaros parleros, los de plumaje vistoso, los que aparecen en decires y refranes, son analizados bajo el prisma de sus múltiples apariciones en la literatura, con diversas valoraciones y sentidos. Así, por ej., el águila “desde su aparición como uno de los cuatro vivientes llenos de ojos que rodean el trono" (Apocalipsis, 4, 6-7), es tratada ampliamente por la tradición oral y por la literatura... por Aristófanes, Espinosa, Guevara y otros, que ponderan su inteligencia, su saber impartir justicia y su aguda visión, cualidad que en ocasiones se aplica al hombre listo”

© Marisa Regueiro / Revista RF. Madrid

Fabulario de las aves, de Manuel Garrido Palacios, me resultó interesantísimo. Ese ‘vuelo por la tradición oral y la literatura’ aúna la erudición con la sencillez y ofrece un panorama apasionante sobre el tema. El cuco, la cigüeña, el águila, ofrecen cuentos y anécdotas a veces conocidos, a veces sorprendentemente nuevos, que arrojan luz sobre esas figuras tradicionales. Me encantan las ilustraciones.

© Jorge Covarrubias / Academia Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York.

Índice

Introducción · EL CUCO · LA CIGÜEÑA · EL ÁGUILA · LA GRULLA · EL CUERVO · EL CUERVO Y OTROS PÁJAROS EN SUS AVENTURAS · EL GALLO · LA GALLINA · PÁJAROS PARLEROS · UN PLUMAJE VISTOSO · UNA BANDADA DE PÁJAROS DIVERSOS · EPÍLOGO · Notas · Bibliografía

MARGARET ATWOOD


MARGARET ATWOOD
EL CUENTO DE LA CRIADA
Traducción de Elsa Mateo Blanco
Salamandra

ANTONIO MACHADO

ANTONIO MACHADO
CAMPOS DE CASTILLA

El viaje regala testimonios reacios a las vitrinas, no aptos para posar junto al bicho disecado; no son nada que ande en vías de desaparecer, sino simples frutos de las…

...buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.

Emociona sentir voces que defienden su expresión en esta batalla que libran en una sociedad que no las valora con el respeto imponente que José Carlos de Luna pedía para el Piyayo:

algo de nuestro ayer, que todavía,
vemos vagar por estas calles viejas.

 Vamos del aún al ya en un soplo, total, para saber que no somos tan diferentes los de aquí y los de allá, por alejados que estén los suelos. El ser humano es igual a sí mismo por los siglos de los siglos, con su carga de grandezas y miserias, sus mitos y creencias como respuesta a sus dudas; no más: 

gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Voy en el tren de la vida. Miro por la ventanilla y llevo la impronta puesta de que me gusta anotarlo todo en el papel o en la memoria. En un trayecto largo y en un departamento estanco, que es un mundo, se aprende mucho porque el renuevo de voces se impone cada vez que se llega a una estación, entrando los recién llegados al diálogo abierto sin más trámite. Lejos de las chácharas soporíferas de púlpito o estrado, aquí reinan el sentir y la gracia. Es el caso de la mujer que va frente a mí, de Madrid ella,  que dice que ‘el chotis es una danza escocesa, pero por lo que cuenta mi madre, con casi el siglo de edad, antes se bailaban seguidillas, tiranas, fandangos y jotas, como en Navarredonda, Villaviciosa de Odón o en Cadalso de los Vidrios’.
El tren llega a un destino cualquiera, final para unos, de paso para otros; salen, entran; hay revuelo de maletas y el andén hierve unos instantes con despedidas y encuentros. Después todo tiembla y el tren camina de nuevo. El departamento entra en conversación y mi cuaderno de notas se llena de sitios a los que ir, de gente a quien buscar, de cosas que hay que ver; se constata que, pese a tanto viento en contra de la cultura base, aún existen pueblos y voces: ‘quien va y vuelve / buen viaje hace’, dice alguien. Todos charlan animadamente mientras la luz del día cambia. Una mujer cuenta que ‘el Canelo le hablaba a la Puntilla y el Mono se lo contó toito tó a la madre’. El tren hace tran tran con su paso redondo. Pendulea mi cabeza. Un hombre añade que ayer se lastimó un brazo, que un pastor le dio un tirón seco para dejarle los huesos en su sitio y que se lo vendó con un pañuelo pringado en clara de huevo. El tren frena y hace rechinar los dientes. Puesto otra vez en marcha, sobre las rodillas viajeras plantan una maleta para echar una partida de cartas. Me preguntan si me gusta el juego. Respondo: ¡Psss!.
Un vendedor de chaqueta blanca y una canasta se asoma: ‘¡Pastelitos buenos y baratos!’. Una dama saca un termo de café humeante y comenta: ‘las procesiones de Cazorla, que es mi pueblo, parecen colgadas de la montaña’. Tras envolver el aire de aroma cafetero, pregunta a la señora que va al lado: ‘¿De dónde es usted?’ ‘Yo soy de Baeza, el pueblo de don Antonio Machado’. La otra la corrige: ‘Ese poeta es de Sevilla’. La una se revuelve: ‘Si no nació en Baeza, Baeza le nació dentro, que mi pueblo puede presumir de eso, de rebonito y de deliciosos platos como ajoharina, andrajos, gachas, sopa y migas; y ya sabe el refrán: no donde naces, sino donde paces’.

El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella!

El departamento guarda silencio ante tanto desparpajo. Es hermoso que haya gente que ame tanto a su pueblo como para regalarle un poeta entero. Abro el libro del poeta al que le nació Baeza dentro, Campos de Castilla y leo:

Tras la turbia ventanilla,
pasa la devanadera
del campo de primavera.
La luz en el techo brilla
de mi vagón de tercera.
Entre nubarrones blancos,
oro y grana.
La niebla de la mañana
huyendo por los barrancos.
¡Este insomne sueño mío!
¡Este frío de un amanecer en vela!
Resonante, jadeante,
marcha el tren. El campo vuela.
Enfrente de mí, un señor
sobre su manta dormido;
un fraile y un cazador
y el perro a sus pies tendido.
Yo contemplo mi equipaje,
mi viejo saco de cuero;
y recuerdo otro viaje.

© Manuel Garrido Palacios

ABELARDO RODRÍGUEZ



ABELARDO RODRÍGUEZ
¿Cuántos años después?


Para visitar la tumba del poeta Abelardo Rodríguez hay que acercarse al mar de Punta Umbría, donde…

…las gaviotas se posan
el viento se echa
la luz resurge.

Él está en lo constante místico. Las corrientes habrán llevado sus cenizas sabe Dios a qué destinos, quizá…

…donde los pájaros son signos,
cenizas que decoran lo celeste
transpiran éter por el cielo
en la verbena de las galaxias…

…desde que su hijo las vertiera en el seno salado con el mismo ritual con el que pudo haberlo hecho en los tiempos antiguos. Si la soledad más grandiosa es la del mar, puede que una legión de peces –criaturas abisales- hayan removido las partículas:

Su transparencia color
un restallido unísono
de agua al alba…

…y que ahora circulen por los ríos interiores del mar palabras doradas buscando la hondura de los puertos: Marismaire, Zinambaros, o un bello verso entero del amigo:

Bajamar sin nadie
desplomado el cielo.

Puede que su alma merodee entre los pescadores que plantan sus cañas en el espigón: El fin del mar es ser cielo; y que  participe silente de las magras conversaciones de las largas noches de pesca: Ese roce imperceptible de valvas; o se entremeta cada mañana en los corrillos de gente que desentierra dos coquinas en tres horas…

(un pájaro blanco
pasando deja la huella de lo vivo)

…que luego reparten entre nueve comensales:

(No pueden ser palabras
un flahss burbujeante
define sus funciones oceánicas)

 o en el jolgorio de la calle:

…ciegos por el neón
enredados en la malla de estrellas
polvorientos de luz
los insectos
enamorados a distancia
por el perfume de una hembra errante
persiguiendo su rastro
sucumben a los pies del junco
se hunden en las charcas
se posan en las olas
enloquecen en las bombillas
se destripan contra el blanco
y ciegos, ebrios de perfume
se seleccionan a contraluz
resplandeciendo como astros.
El mar es ahora un presentimiento
una bruma sin pájaros
por donde el barco va
sin cielo
sin agua
cruzando un sueño.

Fue allí donde le escribió a alguien y expresó desde la proa de un barco:

¡Quién pudiera como tú,
recién llegado,
ver por vez primera esta playa!

Venteó Abelardo:

…presiento junto al mar la muerte
frente al mar la espero
la huelo en su olor general
en su rumor de olas la canto
la toco donde ya es arena
y sé, junto al mar
frente al mar
que es dulce la muerte
salina la muerte
rítmica la muerte
gaseosa la muerte
tenaz la muerte
como el vuelo y la caída.

Ya digo: para visitar la tumba del poeta hay que acercarse al mar de Punta Umbría y mirar más allá del horizonte…

…los blancos de la noche son suyos
posibilita el verde de la ola al mediodía.

Si lo que se quiere es sentir el mar, su mar, el mar de todos…

… allí donde lo Absoluto y lo Infinito
se dan las manos…

aparte de asomarse a la cornisa de los sueños, hay que leer los versos de Abelardo Rodríguez. El mar y el poeta llegaron a ese acuerdo:

…quien quiera saber de uno de nosotros,
que nos busque en el otro,
así será poema la ola
en el silencio final.


© Manuel Garrido Palacios

El hombre desplazado



TZVETAN TODOROV
El hombre desplazado
Ed. Taurus

“El hombre desarraigado, arrancado de su marco, de su medio, de su país, sufre al principio, pues es más agradable vivir entre los suyos. Sin embargo, puede sacar provecho de su experiencia. Aprende a dejar de confundir lo real con lo ideal, la cultura con la naturaleza. Pero si el hombre desplazado logra superar el resentimiento nacido del desprecio o de la hostilidad de sus huéspedes, descubre la curiosidad y aprende la tolerancia”.
TT.

Touches blanches. Touches noires

TOUCHES BLANCHES. TOUCHES NOIRES
Manuel Garrido Palacios
Presentación en Biarritz










(Directora · Editora · Autor ·Traductor)

Le Faiseur de Pluie


El Hacedor de Lluvia    ·    Le Faiseur de Pluie
Manuel Garrido Palacios
1ª ed. Calima Editores. Mallorca  ·  2ª ed. L'Harmattan. Paris
Trad. al francés: Isabelle Toledo & William Rozemblat

Esta novela: Le Faiseur de Pluie (El hacedor de lluvia) -segunda entrega de la trilogía de Herrumbre- sigue narrando la vida del pueblo. La primera: El Abandonario, la publicó L’Harmattan, Paris (L'Abandonnoir) y la tercera: Memoria de las Tormentas, salió en España en Calima, Mallorca, cerrando así un primer ciclo, porque Garrido Palacios continúa sacando sustancia escrita de ese pozo sin fondo tan personal, ahora, en la editorial Le Soupirail, Francia, con Touches blanches, Touches noires, que inicia y promete continuidad. Aunque podría pensarse que los hechos se desarrollan exclusivamente en un ámbito concreto, su autor los presenta como sucesos que pudieron –y pudieran– pasar en cualquier tiempo, en cualquier sitio y ser protagonizados por cualquier grupo humano, ya que la acción se universaliza y entran en juego las pasiones que siempre movieron el mundo, presentes ayer y hoy en la más populosa ciudad como en el pueblo más perdido: Herrumbre. Su autor “toma al ser humano como medida” para que nos cuente, a modo de coro, la tragedia de un conflicto, nunca resuelto, de unas gentes que, aunque saben que su existencia resbala por la ladera del olvido –nada nació para durar–, antes quieren dejar el testimonio de su paso por este “algo entre nadas” que es la vida.


Pour raconter l'histoire d'Herrumbre, petit village perdu dans un nulle part maudit, il ne fallait pas moins d'une trilogie. Le faiseur de pluies en est le deuxième tome. Dans ce roman, Manuel Garrido Palacios mesure la vie à l'aune de l'être humain qui nous raconte, tel un choeur infatigable, la tragédie d'un conflit, jamais résolu, la tragédie d'hommes et de femmes dont l'existence, ils le savent, est condamnée à l'oubli (...) mais qui tiennent quand même à raconter leur histoire, si modeste soit-elle, pour témoigner de leur passage dans " ce quelque chose entre deux riens" qu'est la vie.


(Edit.)

L'ABANDONNOIR


L'ABANDONNOIR
Manuel Garrido Palacios
Traduc. al francés: Isabelle Toledo
Edit, L’HARMATTAN. Paris


Novela de Manuel Garrido Palacios construida como las antiguas tragedias griegas. En vez del carro sobre el cual el primer dramaturgo declamaba la historia de los héroes míticos para concurrir al premio representado por un bode (tragos), estamos en presencia de un muerto en su ataúd durante la vigilia que le hace el último vecino, mudo de soledad, en un pueblo perdido. En su soliloquio, el muerto hace desfilar a todos los habitantes que hubo en dicho pueblo con las anécdotas cotidianas, las intrigas, amores, odios y alegrías posibles de un lugar extinguido. La simplicidad brutal de los eventos, la unidad de tiempo y de espacio, las voces de los muertos que suben como un coro, parecen los elementos de una tragedia mediterránea que bien podría ser de Esquilo. Igual que en la vida, se reflejan también los momentos crueles o divertidos, las escenas burlescas, el humor corrosivo, la amargura, la pobreza y el hambre conocidos por tantas criaturas de la posguerra civil española. Ese pueblo escondido, llamado Herrumbre, es un microcosmos pero abarca toda la vida y la vida de todos nosotros. Conociendo el pasado del autor, escritor especializado en la etnografía, viajero y cineasta, el lector podría pensar que se trata de una obra de recopilación de cuentos, leyendas o anécdotas cosechadas durante toda una vida en contacto con los pueblos más rancios de España. Pero no. Pasa por la obra un soplo épico, una grandeza que solamente una experiencia vivida puede desenlazar y ofrecer. En efecto unas confidencias del autor confirman que muchas escenas son trasposiciones de su infancia en un pueblo similar a Herrumbre. Reviven los sonidos, los sabores, los rumores de ese mundo que hoy se desvanecería en el olvido si el autor no lo hubiera conservado en su memoria para nosotros. Hay en la novela El Abandonario unas invenciones lingüísticas que harán las delicias del lector. La riqueza del vocabulario, a veces inventado o inspirado en el lenguaje hablado, de los refranes, de los insultos, de las canciones populares, hace del texto una enciclopedia de la sabiduría del mundo rural, de un universo en desaparición. Existen escenas muy innovadoras en literatura, tal vez por influencia de la técnica cinematográfica, como por ejemplo, cuando se mezclan en el texto todas las conversaciones sobre la plazoleta del pueblo, como un rumor de fondo, donde respira la vida trivial de los habitantes. O cuando se entrecruzan los comentarios de las personas que preparan los pestiños en la cocina, escuchados por el niño desde su alcoba, donde fue recluido para que no incomodara los preparativos. Ese niño de ayer es el autor que escucha hoy las reminiscencias de estas voces de la felicidad simple.El lector francés entrará sin preámbulo en ese mundo mediterráneo ya familiarizado por sus lecturas de las novelas de Marcel Pagnol o Jean Giono. El Abandonario, de Manuel Garrido Palacios, no necesita de reflexiones metafísicas o escatológicas en ese contexto de vigilia mortuoria donde flota el espíritu colectivo resignado tanto a la vida como a la muerte.
© François-Luis Blanc (Francia)

LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL


Gustave Flaubert
LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL
Traducción de H. Giner de los Ríos
Ed. Mondadori


La historia de un joven de provincias que se enamora de una mujer casada sirve a Flaubert para crear uno de los hitos estilísticos de la literatura universal, quizá su obra maestra, sin duda, una de las novelas más perdurables de todos los tiempos. El escenario es el París de mediados del siglo XIX, donde la intensidad del placer se mezcla con el tedio y el resplandor de uno de los períodos cruciales de la historia europea: la revolución de 1848. 

NUIT DE CHIENS


NOCHE DE PERROS • NUIT DE CHIENS

Manuel Garrido Palacios
1ª Edición: AR. Sevilla
2ª Edición: Calima. Mallorca
3ª Edición: L'Harmattan. Paris


Manuel Garrido Palacios se ha consagrado como uno de los narradores con más proyección del panorama español. Al margen de sus libros de estudio, en los que jamás ha descuidado un ápice el ángel de la escritura, y que a la postre le han servido para aquilatar un estilo tan propio como brillante, el autor ya había publicado un excelente libro de relatos que merece la pena leer y hasta releer: EL CLAN Y OTROS CUENTOS. En él, MGP, nos sorprendía con un desparpajo y una retranca poco habituales en el vademecum narrativo de este lado del Atlántico, tan metido en gravuras y realismos de cartón piedra. EL CLAN Y OTROS CUENTOS (Calima. Palma 1998) guardaba una singular atención a la palabra oída, y en ella, como suele ocurrir siempre, al son, si se quiere mágico, de lo verdadero. Porque en Garrido Palacios, como en Rulfo, a cuyo magisterio no es ajeno, encontramos el polvo turbio y enfebrecido de los caminos, la desfiguración de quien intuye tras los rostros el rostro calvo y sarmentoso de la muerte. De sus campavías por el mundo MGP se ha traído la voz, el gusto por la plática y el filanderío. Porque sus textos poseen la virtud de poder ser contados en voz alta, frente a la chimenea encendida, esa especie de numen cuya virtud es despertar lo oscuro y lo dormido. A veces he tenido la impresión de que sus relatos se trataban en realidad de meras transcripciones magnetofónicas, hábilmente retocadas y llevadas a la embocadura de la palabra escrita. Por eso su obsesión rítmica, la natural cadencia de un discurso veteado de coloquialismos que, como ocurre con ciertos autores del otro lado del charco, transmiten todavía el peso de lo mágico. Como sucediera con Carpentier, su relación íntima con la música lo ha metido de sopetón en los médanos de la palabra, entendida ésta como respiración, como pálpito, como voluntad, si se quiere, convirtiéndose no sólo en el soporte, sino también en la razón de ser de una escritura minuciosa y rica, atenta a lo pequeño y siempre desdeñosa con lo grave y enjundioso, en la que no falta el gesto hilarante (pero no sometiéndose tramposamente a él), la observación canalla, la visión descorazonada del mundo: de ahí, quizás, sus muchos arrebatos de ternura, esa especie de air bag que en Garrido Palacios reviste el pesimismo. NOCHE DE PERROS, que abunda en todos estos referentes, es un libro de fábulas contadas al revés. Su eje central son, como se deja entrever en el título, los perros. Los perros desde su doble papel de observadores y protagonistas de la realidad. Los perros como inmaculados periscopios de nuestros dislates, de nuestra estupidez, acaso como su más rabioso contrapunto. Los perros que jalonan cada uno de estos cuentos algunos de ellos antológicos, como La forja de un lider, La canción del hambre, o los chispazos de La piel o Poemario, sin olvidar El lazo mortal, uno de esos relatos inolvidables, son perros perplejos, perros llenos de ternura, simples víctimas de nuestras veleidades e inquinas, perros esquineros, adosados y tiernos perros sinvergüenzas. Los perros que sobreviven en estos cuentos son perros cosidos a nuestras vidas y son, en realidad, la ropa con que nos vestimos, los ojos que nos asisten, la patria que hemos perdido. Arrobas de conmiseración y de ternura las que irradian estos personajes convertidos en sombras asombradas, que Garrido Palacios encuadra para hacer más plausible el banal atrezzo. El autor respira a través de estos perros de oscura procedencia y claro proceder. A ellos (y a todos esos nosotros que transpiramos en la piel de esos perros) ha querido entregar este libro ciertamente hermoso, escrito con el resplandor, pero también con el asombro de quien en el fondo de sí no deja de ser ciertamente un perro.
© Manuel Moya

REGRESO A BERLÍN

REGRESO A BERLÍN
Verna B. Carleton
Ed. Periférica / Errata naturae
(Trad. L. Salas Rodríguez)


Inédita, refrescante visión del Berlín de finales de los años cincuenta. Poderosa y seductora,  transforma nuestra perspectiva de esa parte de la historia, entre los escombros y la reconstrucción, con sus alegrías, su oportunismo, sus miserias y sus remordimientos. Tiene potencia narrativa, misterio, perfecto análisis de los personajes, disquisiciones morales y la sutileza y la inteligencia femeninas de Verna B. Carleton, gran nombre secreto de la literatura de su época. 

CAFÉ AMARGO


CAFÉ AMARGO
Simonetta Agnello Hornby
TusQuets Editores


Desde la creación de los fascis sicilianos o la conquista de Libia hasta la segunda guerra mundial, la autora, nacida en Palermo, residente en Londres, sigue las vicisitudes de la protagonista, convirtiendo su vida poco convencional en un fragmento decisivo de la historia de Sicilia y de Italia.

DORA MAAR


DORA MAAR
PRISIONERA DE LA MIRADA
Por Alicia Dujovne
Vaso Roto Ediciones


Dora Maar, musa de Man Ray, compañera de Louis Chavance y de Georges Bataille, amante de Picasso, termina convirtiéndose en «la mujer que llora». Se descubre en esta biografía como una esteta, una artista cuya obsesión reside en su mirada, pasando a ser Mira-Dora. Alicia Dujovne (Buenos Aires, 1940) describe una época y nos invita a recorrerla junto a sus estrellas del arte de vanguardia, con el pretexto de conocer a una mujer icónica, de la que desvela detalles de una personalidad sensible, misteriosa. Dujovne nos conduce, a través de los hechos, las relaciones y la psicología, a las razones que determinaron el doble encierro de Dora Maar: el terrenal, en el manicomio de Sainte-Anne de París, y el espiritual, en un misticismo solitario que se prolonga hasta su muerte en 1997.

GIOCONDA

 Gioconda. Monna Lisa. Madonna Elisa

(1503-8)
Óleo sobre tabla de álamo (77 x 53)
Leonardo da Vinci
Louvre. Paris

De mirada socarrona de parisina sentada en un café de los grandes bulevares, ve la vida que pasa y se deja ver por los que pasan por la vida. Estaba junto al cuadro de Las Bodas de Caná, de Paolo Veronese, la cambiaron de sala para introducir medidas de seguridad y ya regresó a su sitio. Ella sola se basta para atraernos esté donde esté, no en balde es la dama más observada, más retratada de la Historia: hace siglos, una vez ante el maestro; hoy, miles de veces al día. Puede que Leonardo le imprimiera ese gesto que conmueve pensando en la de ojos altivos que la mirarían, en la de figuras alzadas que querrían acceder a su altura, en la de perfiles aderezados ante el espejo para llamar su atención, en la de asombros que provocaría su rostro intentando descubrir el gran secreto de su sonrisa insinuada. Hay quien cree que Leonardo se oculta tras ella y que parte de la pintura utilizada se mezcló -¿casualmente?- con su propia sangre por un leve percance en el estudio, lo que pone a caminar la imaginación hasta el punto de pensar que Gioconda está allí viva, y que sale cuando el Louvre cierra sus puertas para deambular a sus anchas por las galerías, y que tiene sus charlas con los personajes de otros cuadros, y que se asoma a los enormes ventanales por los que se ve París desde todos los ángulos. Hasta se puede precisar que permanece más rato por la fachada que da al Sena que cuando mira hacia las Tullerías o Rívoli...Vaya usted a saber. Lo cierto es que de noche se escuchan pasos en la inmensidad del Museo; energías que no detectan las alarmas, pero sí la mente sensible. A menudo suben los bedeles porque sienten una música de salón, o el paso de un ejército que va a vencer o que vuelve derrotado, o el recuento de monedas, o el peso de la avaricia, o el vuelo susurrante de la Victoria de Samotracia, o el siseo de la Venus pidiendo prudencia. Uno de los fenómenos más bellos es el del Escriba Sentado, que se afana cada madrugada en colmar de signos un papiro -crónica mística- para que al alba lo lleve en su pico una paloma a una biblioteca oculta de Alejandría, antesala del Paraíso, ese lugar en el que te prometen plaza si eres bueno en la vida. Sobre estos asuntos hay quien opina que son pura mentira de gente enamorada del Louvre. Suelen ser los expertos en verdades absolutas, graves señores que argumentan, después de meditar durante la “breve eternidad de un instante” (verso de Lara) que Gioconda no se puede mover del sitio en el que la han puesto porque, simplemente, ella no es más que una pintura. Los que no pertenecemos a este grupo de escogidos y vamos a nuestro aire, no sólo creemos que Gioconda sale y entra, sino que derrama ternura cuando se sonríe ante los que la miramos al ver el triste espectáculo de los conflictos humanos, conflictos que no discutimos hasta agotar todas las palabras, sino que somos capaces de llevarlos al maldito y repugnante campo de batalla. Para unos, su gesto no pasa de ser óleo sobre madera. Para otros, la misma dimensión del misterio. Cuando Marlon Brando fue al Louvre y se puso ante ella dijo: «Este sí que es un rostro impenetrable».
© Manuel Garrido Palacios

EL CANCIONERO DE ALOSNO


EL CANCIONERO DE ALOSNO
(Para cantar, bailar y tañer a la guitarra) 
Manuel Garrido Palacios 
Prólogo de Antonio Gala 
Castilla Ediciones · Valladolid

VIAJE A LA SIERRA DE ARACENA


VIAJE A LA SIERRA DE ARACENA
(Una cala en la tradición oral)
Manuel Garrido Palacios
Editorial Niebla
En la imgen:
M. Garrido Palacios, Manuel Moya, Rafa Pérez
autor, presentador y editor
PROYECCIÓN:

ÁLORA LA BIEN CERCADA


ÁLORA LA BIEN CERCADA
(Etnografía viva)
Manuel Garrido Palacios
Prólogo: Odón Betanzos
Castilla Ediciones · Valladolid

L'ABANDONNOIR · EL ABANDONARIO

EL ABANDONARIO ······· L'ABANDONNOIR
Manuel Garrido Palacios

1ª Edición. Ed. Calima. Mallorca. Reseña de Manuel Moya
2ª Edición (en francés) Ed. Harmattan. Paris. Reseña de François-Luis Blanc

Tradución: Isabelle Toledo et William Rozemblat

Portadas: Óleo de Juan M. Seisdedos

EL ABANDONARIO

Manuel Garrido Palacios nos entrega en 'EL ABANDONARIO' su apasionante novela. Dedicado profesionalmente al cine y a la etnografía, sólo en estos últimos años ha ido publicando libros de ficción literaria. El sorprendente EL CLAN Y OTROS CUENTOS (Ed. Calima, Palma de Mallorca) y esa variopinta fábula titulada NOCHE DE PERROS (Ed. AR, Sevilla, Calima, Mallorca y L'Harmattan, Paris) nos mostraban ya a un narrador premioso conocedor de su oficio y exhaustivo gozador de la alta, rica tradición castellana. En ambos libros latía el aliento de un hombre entrañado, investido en lo popular, en el que la ironía, el escepticismo, la retranca..., nos daban cuenta de un mundo personal, entretejido de realidad y ficción mágica, con un pie puesto en los estribos de la picaresca (con esa visión escéptica, amargosa del mundo) y el otro en ese prolijo mundo de lo escéptico y de lo soterráneo que encontramos también en la vasta tradición castellana, desde Cervantes a Rulfo, desde Quevedo a Valle o al Cela del Pascual Duarte. Pareciera que todos esos largos años emboscado detrás de la cámara, atento a las luces y a las penumbras, a las voces y al silencio, hubiesen propiciado en el autor un caudal vivo de sombras y máscaras que ahora, en su faceta más propiamente creativa, se nos revelan en toda su concertante, apabullada realidad. Estas tres coordenadas: la tradición escéptica, la visión mágica y el lenguaje popular , más que presentes en sus dos libros de relatos, constituyen ahora el soporte literario de este libro (EL ABANDONARIO) tan sorprendente como impagable. EL ABANDONARIO es un viaje hacia los médanos interiores de una memoria que se resiste a reconocerse en los parámetros realistas o mecanicistas, donde los hechos quedaban sepultados, envilecidos por un proceso de afirmación histórica o ramplonamente temporal. Muy al contrario, lo primero que sorprende en esta novela, es precisamente la ausencia del tiempo. El recuerdo, la memoria, ajenos a la contaduría de las horas, se superponen, se erigen, vivifican la realidad, construyendo una reconocible fantasmagoría de hechos simultáneos y envolventes que atrapan al lector ya desde sus primeras líneas, aventurándolo a un mundo de una sencillez, de una fantasía desaforada. En realidad, lo que Manuel Garrido Palacios, persigue a lo largo de esta obra inolvidable es recrear, alentar, producir una atmósfera interior reconocible, en la que vida y muerte, realidad y magia se entretejan de una manera creíble y lo que es más importante, natural, en torno a los pellizcos de la vida. Pero si ya en su larga obra cinematográfica Garrido Palacios trata de recoger la devastada memoria de los pueblos, afirmándolos en su identidad y sublimando precisamente aquellos elementos que hacían palpable esa identidad, aquí, en esta, su primera novela, se nos propone una vuelta de tuerca al introducirnos en un mundo de resonancias míticas que nos agarra desde la pura y abstracta identidad y donde el lenguaje, de una llaneza casi cegadora, consigue por sí mismo convertirse en el absoluto protagonista de esta historia en la que un muerto relata a quien lo vela la historia de un pueblo fenecido, atrapado en su propia fantasmagoría. Nos hallamos, pues, ante una novela sorprendente que consigue imantar al lector a las primeras de cambio, para mantenerlo en vilo durante toda la deslumbrante travesía. Y es que Garrido Palacios, seguro de su oficio, capaz de descubrir una atmósfera en unas pocas líneas, lejos de adentrarse en un discurso atolondradamente lírico, prefiere ponerse en manos de la naturalidad, de la fluidez de la palabra dicha, oída, metida en la matriz y en el estómago. Será, así, a través de los personajes que hablan a través del muerto, que se construya la peculiarísima memoria de Herrumbre, ese pueblo acosado por la nada, y cuya historia es la que se va enhebrando a lo largo de todo el libro. Mamuel Garrido Palacios se ha limitado, parece y aquí estriba gran parte del éxito del relato a dar sentido a todas esas voces, ordenándolas de manera que el lector se reconozca en cada una de ellas, removiendo en él los más dormidos soportales de la memoria. Una novela, en definitiva sugeridora y valiente, escrita con toda el alma, que se reconcilia con el arte de la prosa, tan demacrado, tan envilecido últimamente. Sin duda, y acabamos, una de las novelas más deslumbrantes escritas en los últimos tiempos en la lengua de Rojas, Cervantes o Rulfo.
Manuel Moya

Poemario de los juegos

CANCIONERO POPULAR INFANTIL
-Poemario de los juegos-
Manuel Garrido Palacios
Prólogo de Concha Casado Lobato
Directora Honoraria de la 
Revista de Dialectología y Tradiciones Populares del C.S.I.C.
Editorial Calima · Madrid – Mallorca



Este bellísimo Poemario de los juegos infantiles ‘sabe -como escribe el autor- a pura arqueología del alma, a eco de un algo que, por pasar tan rápido, parece que no existió’. Canciones y juegos recogidos en los pueblos de España, que nos hacen revivir un mundo íntimo y lejano a la vez, lleno de imaginación y de creatividad: una etapa que todos hemos vivido y cuya huella nos acompaña siempre. 
Juegos en la calle o en la plaza, participativos, ingeniosos, alegres. El instrumento que emparejaba con determinados juegos era creado por el niño con los elementos simples que le facilitaba el entorno, como podía ser una piedra para jugar a la rayuela, una cuerda para saltar a la comba, un hueso de oveja o cordero para jugar a las tabas o unos palos para la chirumba. Había juegos que no necesitaban de ningún instrumento o juguete: juegos de saltar, correr y escondite, y tantos otros que han venido transmitiéndose oralmente durante generaciones. 
Estos juegos en espacios abiertos, espontáneos y creativos, ocupaban muchas horas del día en la vida del niño. Ahora se tiende hacia otro tipo de juegos, en espacios cerrados y más en solitario, con máquinas y sofisticados juguetes: un juego posiblemente menos creativo, menos abierto, más individualizado.
La mayoría de los juegos tradicionales, principalmente de las niñas, iban acompañados de canciones, un tesoro ya casi olvidado que Manuel Garrido Palacios nos ofrece, con su sugerente prosa, para nuestro gozo. Y no ha querido presentarnos estos juegos y canciones ordenados por sexos o temas; ha preferido dejarlos sueltos en su libro ‘hecho plaza pública donde todos los juegos se juegan a la vez en medio del juego de la vida’. Una forma sorprendente. Juegos y canciones que podríamos calificar como reliquias de ese mundo infantil que, aunque se fue, seguimos llevando dentro.

© Concha Casado Lobato

LA PALABRA DE ODÓN

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