LOS
MUNDOS SOÑADOS
JULIO CARO BAROJA
Portada JCB
Gutenberg-Círculo
de Lectores
Me piden que cite un libro y lo hago con éste porque quiero
recordar al maestro en la dimensión de su obra. Se trata de una deliciosa
incursión por el Trastévere romano, en cuyo inmenso rastro simula encontrar una
serie de dibujos –a lo Bosco, a lo Brueghel, a lo Baroja- firmados con
iniciales claras: J.C.B. Son escenas en las que, al decir de Areilza, el mejor
y real J.C.B. se desnuda, freudianamente, «dando rienda suelta a su vena critica,
mordaz, irónica y bien humorada. Dibujos en apariencia propios del Carnaval,
burlones, en los que late una complicidad con el lector porque entremete
revelaciones del íntimo pensamiento del autor. Son recuerdos de una vida plena
y compleja: sucesos. anécdotas, episodios. efemérides de viajes, experiencias,
visitas y estancias en otras ciudades; apuntes mentales que su curiosidad ha
ido registrando en las infinitas galerías de su memoria, donde esperaban turno
para volver a existir»
En sus 140 páginas predomina el dibujo, para el que la
literatura que viene es ilustración, no al revés. Están los paisajes
inexistentes, inactuales, los albergues sospechosos y las alegorías del
caballero, el leproso y la Muerte. De Italia recoge el pálpito monacal, el de
la ciudad gibelina, el capriccio, la paranzella. Del mezzogiorno se
fija en el triunfo de la pasta, sin dejar atrás la visión con lupa de la
inferioridad de los pueblos septentrionales frente a los sureños. En la parte
de Old Spain refleja escenas que
integran patria y religión, la melonera, los cruzados de la casa, la
diligencia, las fantasías madrileñas, el tío del cartelón y el ciego de los
romances, cerrando con que «el peligro de esta ciudad está en los masones y
librepensadores» El último dibujo
responde a su visión de la Feria de libros de Madrid.
Don Julio, intentado plasmar el perfil del supuesto J.C.B.,
autor de tan bella obra gráfica, dice que era «un hombre rebelde e inquieto,
que quería saltar por encima de su sombra: cosa imposible, como lo es también
saltar al pasado» Bella y rara obra, como todas las suyas, esta vez con la
esencia a flor de página, a primera vista, con el ánima de cientos de
personajes coloreados deambulando por ellas. Libro-gozo por lo que enseña a la
chita callando, por ser un postigo a través del cual adivinamos algo más de la
portentosa figura de uno de los lujos intelectuales que tuvo España, cuya
memoria sigue ahí, para muchos, tal cual fue. Basta con pronunciar su nombre
para que la mente haga una reverencia.
Me decía poco antes de ese viaje: «Mi sobrino quiere que lo
acompañe a Roma y le he dicho que vale, pero que me busque un hotel con
ventanas que tengan buena luz porque me llevaré trabajo y lectura» Se trajo el
Trastévere entero en el corazón, en el imaginario, tesoro que da, junto a otras
improntas, en Los mundos soñados con
la humildad de querer permanecer detrás de la obra de un supuesto J.C.B.
Si como fondo a su lectura, suena Bach, nada más hay que
decir.
© Manuel Garrido
Palacios