Harry Belevan

Escuchando a Harry Belevan
A propósito de la reedición de Escuchando tras la puerta

Dentro de nuestra tradición literaria, Harry Belevan (Lima, 1945) ocupa un lugar relevante en el apartado de la narrativa fantástica, sin embargo creemos que es hora de reconsiderar ese lugar común, ampliar la mirada y no restringir su obra a esa vertiente creativa. Su obra, sobre todo novelística, también se abre a una temática más amplia alejada de las elaboradas construcciones de la fantasía para abordar álgidos problemas de la política nacional y de la violencia, como es visible en Una muerte sin medida (2000).
Belevan es recordado por su fundadora Antología del cuento fantástico peruano, publicada en 1977, cuyo mérito fue presentar un panorama bastante articulado de escritores que reclamaban ser inscritos en una línea narrativa que pugnaba por demostrar las posibilidades de una literatura alejada del realismo. Fue el esfuerzo de un escritor que buscaba reconocerse en una tradición invisibilizada por las demandas de un campo literario que no le otorgaba a la literatura otra posibilidad que la denuncia explícita de los males y conflictos sociales.
En 1975 Belevan publica su primer libro de cuentos Escuchando tras la puerta (reeditado por Animal de invierno, editores) con el auspicioso prólogo de Mario Vargas Llosa, quien, entonces, ya lo presentaba como el más cosmopolita de los escritores peruanos en un momento en que no podía entenderse la literatura peruana sin que esta implementara una mirada sociológica o, en casos extremos, marxista de la realidad.
Si bien el libro no cayó en el vacío total, fue clasificado como un texto de índole fantástica, casi un libro marginal a nuestra tradición que por esos años daba cuenta de realidades vinculadas con el universo de lo popular. Si sumamos a este hecho el que fuera editado en Barcelona y que su circulación fuera restringida en el Perú, tenemos prácticamente a un escritor cuya obra solo circuló de manera restringida o fue leído por minorías.
Es verdad que la mayoría de los cuentos contienen elementos de lo que genéricamente puede denominarse fantástico, como en “La posibilidad de los milagros”, en el que, por ejemplo, el narrador se debate entre “saber si lo que escribo alguna vez sucedió o si solo busco justificarme inventando fantasías” (48), situación de inestabilidad o desconcierto clave en este tipo de relatos, pero no lo es menos que algunos otros no transiten por ese camino como “Los inquilinos” o “Haciendo méritos”, que bien pueden ser considerados relatos realistas. Esto debería tenerse en cuenta para matizar el lugar común que ha limitado a Belevan a pertenecer al poco habitado mundo de los escritores de registro fantástico.
Cabe destacar que esta edición de Escuchando tras la puerta se ve enriquecida con el excelente estudio de José Guich titulado “Los universos hipertextuales en la narrativa de Harry Belevan”. Guich postula, centralmente, que los textos de Belevan, además de deberse a una tradición universal, demandan del lector un conocimiento literario sin el cual sería imposible comprender cabalmente los cuentos en el esfuerzo que realizan, es decir, en su propuesta estética, en esa paradójica originalidad que significa apelar a otros textos y construir unahipertextualidad, una continuidad textual que se expande como un cosmos de palabras. Como sostiene Guich, los cuentos cumplen con proseguir con la escritura de una historia que, retomada por Belevan, se abre a insospechados caminos que el lector competente debe continuar, dialogando con la primera. Esta poética es, en sí misma original, bastante patente en un cuento como “La otra cara de la moneda” que es una continuación de La metamorfosis de Kafka en la que Belevan le otorga a la historia de Gregorio Samsa un final diferente.
La propuesta de Belevan, pionera en su momento, está más vigente que nunca ahora que el conocimiento no es posible sin las prerrogativas del hipertexto, ese universo de relaciones y de posibilidades que se encuentra en la base de lo que, hasta hoy, entendemos por realidad.

© Jorge Valenzuela · 23 septiembre 2015 · Columna en ‘El Montonero’ (El primer portal de opinión del Perú)