La agonía del viejo cuartel

La imagen es todo un símbolo. La gente ha envuelto en cinta y celofán el cuartel del Paseo de Santa Fé como si tratara de abrazar el edificio para darle calor, para animarlo a aguantar vacío hasta que se llene de contenido, para decirle que no está solo, que hay manos capaces de darle una dignidad como espacio, cosa que durante tantos años, demasiados, escandalosamente demasiados, insoportablemente demasiados años, se le ha negado. Personas de todas las edades se dieron cita en la fachada del viejo caserón de ladrillo visto para reconocerlo como propio de una ciudad que no supo qué hacer con él y que ahora, en ese machadiano ‘hoy es siempre todavía’ quiere hacerlo para darle vida. Lo merece el edificio, lo merece la ciudad, lo merecemos todos.