ODÓN BETANZOS

ODÓN BETANZOS
Recuerdo y presencio en Mazagón

En septiembre se cumplirá el octavo aniversario de la muerte de Odón  Betanzos Palacios, el ilustre rocianero-neoyorkino que cada año recalaba en Mazagón. Desde la alta atalaya de su casa, con el reluciente océano en el horizonte, regalaba cada tarde, a quien tuviera la suerte de estar en su compaña, el tesoro de su palabra, la finura de su análisis, la paciencia de su atención, la chispa y el ingenio de su agudo sentido del humor. En efecto, el que por tantos años y hasta su muerte fuese Director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, y antes estudiante pobre en la España de la dura posguerra, marino de todos los mares, y, ya en Nueva York, periodista, poeta, editor, nuevamente estudiante y luego licenciado, doctor y profesor universitario, se sentaba en la terraza de aquella casa mazagonera, de tan hermoso panorama como discreta arquitectura, para conversar de lo divino y de lo humano. Era admirable la habilidad de Odón para ponerse siempre al nivel de sus contertulios. Si había un hombre sin presunción alguna, era él. La modestia natural y el quitarle importancia a lo que había hecho y conseguido eran parte fundamental de su personalidad. Había sido marcado por la desgracia y el dolor con dureza: el fusilamiento de su padre en la dura represión franquista de 1936, en Rociana, cuando Odón era un niño de 10 años, y, muy posteriormente, la temprana e inesperada muerte de su único hijo Manuel en Nueva York, en 1993, a los 39 años. Pero superó la adversidad, consiguió alejar de sí todo resentimiento y dotó a su vida de una férrea disciplina y un afán de trabajo que le llevó a coronar con éxito difíciles retos en la lejana Norteamérica; y terminó por construir una obra tan importante como sólida y duradera. Una obra de creación literaria, de hondo lirismo transido con frecuencia de una filosófica desolación; y sobre todo una importantísima obra de consolidación de la lengua española en USA, el poderoso país de lengua y cultura mayoritariamente inglesa. Aquí hay que referirse a la creación de la editorial Mensaje que fundara y sacara adelante con el que fuera ministro de la República Española, Eloy Vaquero; y como su gran obra, la creación y puesta en funcionamiento de la Academia Norteamericana de la Lengua Española junto al prestigioso lingüista y filólogo Navarro Tomás, profesor en la universidad de Columbia y otro ilustre exiliado español. Y cada año, siempre en verano, y, al final de su vida, incluso en invierno, Odón volvía a su casa de Mazagón. Siempre mostró predilección por aquel paisaje de pinos, arena y mar. El amanecer era quizá su momento predilecto del día; desde su espléndido mirador veía iluminarse el mar mientras escuchaba los rumores y sonidos de los pájaros en el silencioso ambiente. Es posible que a esa temprana hora Odón llevara tiempo trabajando en sus escritos, o en su variada y amplísima correspondencia que con tanta dedicación atendía. Pero en Mazagón, junto a su esposa norteamericana Amalia, siempre tenía Odón además un amplio espacio para la conversación y los amigos. En su casa o en la de otros; y con frecuencia en alguna de las concurridas terrazas veraniegas de la población. El paso de los años acrecienta y agiganta el recuerdo del gran hombre que fue Odón Betanzos, de su extensa y varia cultura, de su espléndida producción literaria, de su fundamental y decisiva aportación a la lengua española en los Estados Unidos de América; y para los que tuvimos la dicha de conocerlo y tratarlo nos queda de regalo la memoria de su aguda y amena charla, que con tanta generosidad prodigaba en sus felices estancias en Mazagón.

© Domingo Prieto García

© Manuel Garrido Palacios
Revista Marzagón 2015


FRACTALES · Héctor Garrido

FRACTALES
Anatomía íntima de la marisma
HÉCTOR GARRIDO
Editorial Rueda
Madrid 

Por primera vez se recogen en un sólo libro las más espectaculares fotografías aéreas de Hector Garrido (180 en 360 páginas) sobre las marismas del sur de la Península Ibérica y Doñana. Una incursión indispensable por la geometría oculta de la naturaleza. El universo de los fractales. de la mano del fotógrafo que aportó los inolvidables paisajes a la película "La Isla Mínima". Presentación: Alberto Rodríguez (Director del film) Prólogo: Juan Manuel García Ruiz (CSIC) Introducción: Jordi Bascompte. Distribución: comercial@editorialrueda.es

Luis Antonio de Villena

Luis Antonio de Villena
Sublime Solarium
Intr. de Martín Rodríguez-Gaona
LIBROS DEL AIRE

Luis Antonio de Villena (Madrid-1951) licenciado en Filología Románica, autor de una extensa obra poética… Huir del invierno, 1981 (Premio de la Crítica), Celebración del libertino, 1998 (Premio Ciudad de Melilla, o Los gatos príncipes, 2005 (Premio Generación del 27) ha recibido también el Premio Azorín de novela (1995) y el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía Viaje del Parnaso. Desde noviembre de 2004 es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lille (Francia) En 1999, Javier Marias, actual monarca del Reino de Redonda, le otorgó el título de Duke of Malmundo. Sublime Solarium admite un doble significado. Aceptando su lectura castellana, querría decir misterio deslumbrante, todo aquello que nos tienta con su oculta voz, que nos atrae y que es al mismo tiempo hogar de nuestro refugio y de nuestra duda. La segunda lectura es latina, y proviene del Memoriale sanctorum de Eulogio de Córdoba, escrito hacia el 850 de nuestra era, concretamente del pasaje donde se narra la muerte del emir Abd Al-Rahman II: presa de la enfermedad, el emir sube a la terraza más alta de su alcázar (sublime solarium) y muere rodeado del esplendor de su corte. La lectura latina querría significar el símbolo de la muerte aceptada, del más bello puñal para morir de los senadores romanos, de Petronio con las venas abiertas en el banquete, más ecuánime y sereno, junto al vaho del deseo y de la música. Finalmente, todo aquello que, ignorado del autor, representa para el lector un camino, una difícil señal, o la débil rama que basta para mantener su interés por la vida.

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Cancionero segoviano

Cancionero segoviano de música popular
Mariano y Félix Contreras


Cuando un día salí a estudiar etnografía me vi testigo de esas “últimas veces” de un legado de siglos. Para el saber de los pueblos había empezado la cuenta atrás. Escribí en el cuaderno de campo que el Folklore agonizaba, entendiéndolo como “lucha” por no morir en un combate desigual. Había sitios en los que para recoger una danza era necesario pedir de favor a los emigrantes que volvieran a casa el domingo. Entre los artesanos encontraba gente mayor a pie de banco sin nadie al lado para tomar el relevo. El Folklore pasaba de ser una expresión genuina del pueblo a un adorno para recibir a notables, de un solemne rito a una estética vacía, de una seña de identidad a una monería para turistas; se sacaba el alma para mostrarla en un escaparate. Los pulmones de un dulzainero se quedaban cortos frente a la amenazadora bulla de vatios. Las costumbres aparecían confusas, aunque el núcleo permaneciera intacto por si alguien reparaba en ellas como viejos rituales de nacimiento, vida y muerte… noviazgo, boda, tornaboda… Me di prisa en rodar muchas películas, en hacer radio y en sacar media docena de discos para retener el pulso que se iba. De entonces acá abundan las ausencias, por lo que aquel trabajo ha pasado a engrosar lo que Don Julio llamaba Ciencia de la Tradición, o sea, documentos de un modo de vivir, ser y estar.
La agonía no desembocó en la desaparición inmediata del Folklore. Lo digo en favor de los que conservaron este patrimonio popular colectivo. Una de las partes del país más castigada fue, sin duda, Castilla, donde el afán por retener lo que había fue mayor que en otras partes. Da fe de ello un Joaquín Díaz al frente de tanta batalla contra el olvido: que es la peor muerte. Joaquín y otros, que aportaron lo que pudieron. Ya es bastante esfuerzo mover la sonaja aunque los que escuchen no participen del sentido que tenían en su origen las piedrecitas que lleva dentro.
Años después de iniciar aquel trabajo no dejo de recibir datos, libros, revistas y discos, lo que me hace pensar que en el pozo sin fondo de la cultura popular aún sigue brillando el agua y que es posible beberla. Los que se fueron la dejaron limpia para que los que vinieran la encontraran apetecible. De este contexto destaco un disco que contiene la “Misa Antigua Segoviana para dulzaina y tamboril”, con Mariano Contreras como intérprete.
Su hijo Félix, artífice de la puesta a punto de esta joya (Tecnosaga) advierte que la dulzaina no ha sido instrumento de la música religiosa, tarea más propia del órgano o del armonio, pero que, en ciertos pueblos, a falta de teclas y fuelles, era un regalo la música de dulzaina, aunque en la calle se usara en otro tipo de actos.
Esta Misa Antigua la recuperó Mariano, dulzainero (Santiuste de Pedraza, 1903-94) y la difundió por la franja serrana lindera entre Segovia y Madrid, con lo que, a la vez que daba música a las misas, fijaba melodías en las memorias de Gallegos, Arcones, Arconcillos, Matabuena, Collado, San Mamés, Navarredonda, Pinilla, Villavieja...
Mariano aprendió esta misa a los 16 años de tío Pito y del sacristán. tío Pantalón, cosa que hizo con facilidad, tanto en la música como en el latín de la letra, por haber sido monaguillo y escucharla a su padre, Gregorio, tamborilero, que la conocía de antiguo. Otros maestros fueron tío Luis o tío Peseto, al que le compró una dulzaina por 14 duros, hoy en las vitrinas del Centro Etnográfico de Urueña, a la que acompañaba el tambor de Facundo. Los vecinos del barrio de San Lorenzo, en memoria de su dulzainero, celebran cada año Encuentros Folklóricos que llevan el nombre de Mariano Contreras.
Esta misa empezó a decaer por los años 1930; se componía de Kyries, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei. Los Kyries se anunciaban con la dulzaina; para el Gloria y el Credo daba el cura el pie del verso, y con voz y dulzaina se cubría el oficio religioso.
En un capítulo de una serie incluí el testimonio de Mariano Contreras, éste que su hijo ha recuperado felizmente. Quizá, sin saberlo, para él lo hice, para animarlo a fijar para todos la sabiduría paterna.
Ante hechos así habría que decir que del Folklore ha muerto parte del cuerpo; el alma está siempre esperando, como el arpa de Bécquer, “la mano de nieve” que sepa arrancarle los latidos, como ha hecho Félix.

© Manuel Garrido Palacios