La
experiencia de la memoria
Joaquín Benito de Lucas
Calambur Editores
Subo al tren. Leo en el
libro que recibí ayer: ‘…te despiertas al borde mismo de la aurora, al borde
del mar, de la ciudad, de los jardines que desprenden sus flores como las
letras de un abecedario para escribir tu nombre cada mañana. Buenos días alba, agur
amor, qué voces tiemblan si te saludo, si te beso, si me fumo un cigarro, si te
pones sentada en mis rodillas y me miras mientras cruzan veloces trenes hacia
París, mientras me miras, y el mar respira con su pecho enorme’.
Joaquín Benito de Lucas ha
publicado en Calambur ‘La experiencia de la memoria’ (Poesía 1957-2009), versos
de los que dice Matías Berchino que tienen raíces en la vivencia personal y
colectiva de su existencia y la de su familia, su pueblo, su país; ‘Verdadera
obra artística’.
José García Pérez escribe:
‘La poesía auténtica –ésta de Benito de Lucas– coloca al hecho poético en su
dimensión y espacio real: la universalidad. Los accidentes que provocaron el
advenimiento de un poema son accesorios, el autor y las formas son importantes,
pero la esencia del poema reside en sí mismo y en su simbiosis con el lector’.
Sigo leyendo en el tren.
Aparece el Tajo y paso a lo que dice Pedro González: ‘El río de Benito de Lucas
no es un elemento paisajístico, no es parte de ninguna escenografía lírica, el
poeta no canta al río, es el río el que suena dentro de sus versos’.
José Hierro habla de:
‘Pureza: he aquí una palabra clave para navegar por la poesía de Benito de
Lucas. Pureza es, tal vez, por uno de sus costados, precisión expresiva,
desnudez que no nos impida ver el bosque de las palabras […]. Pureza es,
también, iluminación, luz súbita, revelación […]. Pureza es esencialidad,
inmaterialidad, que sirve para iluminar las palabras’
Luis Jiménez Martos cree
que ‘las raíces líricas de Benito de Lucas se hallan en un terreno poco
transitado en las calendas actuales: entrañan un depuramiento de lo romántico,
sometido a necesaria sobriedad. Su dramatismo de fondo queda en los límites de
emociones vivas. Su conciencia del tiempo no cae en el peligro de la pseudofilosofía’.
Otras voces vienen a
perfilarlo, como la de Manuel López: ‘En esta clase de poetas, claros y fáciles
para el lector, subyace en el entramado del poema un férreo trabajo de
construcción, una disciplinada labor de poda. Son cualidades detectables en
Benito de Lucas, que estudia minuciosamente la composición de sus libros y de
cada poema’; la de Abraham Madroñal: ‘Talavera no es una ciudad concreta, es la
ciudad por antonomasia; su río, todos los ríos; sus calles, todas las calles
por las que puede transitar cualquiera. Nuestro autor ha trascendido el valor
local de sus alusiones para convertirlas en símbolos de cuantas ciudades y
cuantos poetas añoran recuperar la infancia junto a los sitios que los vieron
vivir; la de Montero Padilla: ‘Creo que Benito de Lucas ha escrito una obra
importante, de poesía verdadera y ya indeleble, que permanecerá como parte
destacada de la mejor poesía española; la de Rafael Morales: ‘No sólo está
presente en la poesía de Benito de Lucas un río concreto, es decir, el Tajo a
su paso por Talavera, sino el río abstracto, el río ideal, el río como imagen;
la de Morales Lomas: ‘Benito de Lucas ha realizado una obra solvente, de gran
altura de miras, profundamente humana y atenta a la síntesis entre la tradición
de los mejores valores literarios y a la modernidad de un discurso sustancial
en el que está presente el ser humano como proyecto’, o la de Alberto Tores:
‘El sitio de su verso está donde la emoción misma que transmite con la mirada
inocente. Recoge la trastienda de la historia a la vez que da fe de unos
temores no tanto personales como de toda una generación’.
Llego al término del viaje
tras leer lo que dicen del poeta y lo que él deja ver en sus versos. El espacio
en el papel también se agota y sólo cabe una impresión tras cerrar el libro y
pisar tierra. Benito de Lucas, Doctor en Filología Románica, catedrático de
Literatura y titular de prestigiosos premios de poesía, sabe que, aunque son
grados y honores merecidos que ha ido ganando en el camino, en esencia, es
poeta, un gran poeta, virtud con la que nació en 1934 en Talavera de la Reina,
como sexto de los siete hijos que dieron al mundo María y Manuel.
© Manuel Garrido Palacios