Palabras de andar por casa/Diccionario


Diccionario de palabras de andar por casa 
(Huelva y provincia)
Manuel Garrido Palacios
        
        1ª edición 2006        2ª edición 2008     
Calima Editores. Mallorca        Universidad de Huelva 

Prólogo a la 3ª edición

Manuel Garrido Palacios es lo que se dice un humanista: etnógrafo —El cancionero de Alosno (1996)—, novelista —El Abandonario (2001)—, cuentista —Historias de un destiempo (2008)—, ensayista (lean los estupendos ensayos agavillados en su blog), realizador de cine y qué sé yo más. Y desde hace años, Correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, con la que, asidua y puntualmente, colabora. 
La elaboración de un diccionario como este solo se puede llevar a feliz término si se aman con apasionamiento las palabras; las palabras y la tierra feraz de donde brotan. Estamos ante un diccionario singular: un diccionario que recoge voces y expresiones de una región muy concreta de la geografía española: Huelva y su provincia. Para mí, abrir las páginas de este diccionario es adentrarme, hurgar, escarbar en mis propias raíces. Siempre he creído que las raíces se llevan dentro, y que vaya uno donde vaya, nunca se deja de ser lo que se es. Pese a mis tres décadas de vida en Nueva York, no he dejado jamás de sentirme profundamente andaluz. No digo que el emigrante, el exiliado, deba rechazar el influjo del país o países de asilo (lo que sería tan contraproducente como monstruoso), sino que pese a la lejanía en el tiempo y en el espacio, esa pulsión que nos lleva a reconocernos en el otro, en el hombre de nuestro propio terruño vital, en sus palabras, en sus expresiones, en su acento, en sus gestos, no debería morir nunca. Es más, en ella se oculta la clave de nuestro verdadero sentir, de nuestra identidad más genuina. Hojeando este Diccionario de palabras de andar por casa, de Garrido Palacios, pronunciando en voz bajita aquella o esta palabra —palabras luminosas, palabras con sabor a mar, palabras con olor a sierra—, he sentido que recuperaba recuerdos adormecidos de mi infancia, paraíso perdido. Aquella tierra, aquel sol, aquel mar, aquellas sierras me hablaban al oído, me cantaban por fandangos y por alegrías. Huelva y Cádiz. ¡Casi ná!. 
Otra de las razones por las que desde el principio este Diccionario de palabras para andar por casa me ilusionó tanto, tuvo y tiene mucho que ver con otro de mis caballos de batalla: el andaluz. Como dije antes, he sido siempre defensor acérrimo del habla andaluza. Por ello, cuando oigo en la Radio Televisión de Andalucía a locutores y locutoras hablando (o esforzándose en hablar) un castellano castizo me lleno de vergüenza ajena y de indignación. No es que tenga nada en contra de la pronunciación castellana (todo lo contrario), pero esa actitud camaleónica me parece una verdadera falta de responsabilidad, una aceptación tácita del complejo de inferioridad que todavía, ¡parece mentira!, acarrean muchos andaluces. Yo les aconsejaría a esos locutores y locutoras de medio pelo que tuvieran siempre a mano el Diccionario de palabras para andar por casa de Manuel Garrido Palacios para que no se olvidaran nunca de la gran riqueza léxica de nuestros pueblos, ni del habla andaluza, un habla, y lo dice nada menos que Rafael Lapesa, “de fonología y morfosintaxis revolucionarias”.

© Gerardo Piña-Rosales
Director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Nueva York.
© Fotografías de portadas: Héctor Garrido