Revista de Folklore nº 395

El enlace directo en formato digital:http://www.funjdiaz.net/folklore/pdf/rf395.pdf

ÍNDICE:

Editorial de Joaquín Díaz (Director):
A partir del Martyrologium Hieronymianum la Iglesia promovió las vidas ejemplares de diferentes varones de virtud a quienes dedicó un día del año en particular... +

Roberto Tola Tola:



Ana María Botella Nicolás:

Inmaculada de la Calle Mejías:
La Fiesta de San Blas


Kandinsky

W. Kandinsky (1866-1944)
THE RED CIRCLE
Oil on canvas
Private collection . London

El camino a Eleusis

El camino a Eleusis

Urna griega, vasija sacramental (450-425 a.C.) para poner en una tumba o junto al lecho de muerte con aceites fragantes. Triptolemo coronado sostiene las espigas eleusinas, se supone que infestadas con cornezuelo, mientras  Demétero Perséfone vierte una libación preparada con el grano. Las figuras quedan separadas por el báculo de Triptolemo, sólo unidas por las espigas y el líquido que se vierte.

Ver libro:
El camino a Eleusis
(Una solucion al enigma de los misterios)
R. Gordon Wasson, Albert Hofmann. Carl A. P. Ruck
Breviarios. Fondo de Cultura Económica. México 

Antonio de la Torre

ATARDECER EN LA RÍA DE HUELVA
Antonio de la Torre (Murcia 1862-1978)
Öleo sobre lienzo, 1901
Museo de Huelva

Raoul Dufy

Raoul Dufy (1877-1953)
THE PASSERS-BY
around 1906-7 · oil on canvas
Private Collection
London

Empedrados de la Sierra de Aracena

 
 
 
José Mª Medianero
EMPEDRADOS DECORATIVOS DE LA SIERRA DE ARACENA
(1996)


No existían profesionales de la pavimentación decorativa, personas especializadas en esta parcela que se ganaran la vida exclusivamente de hacer ‘llanos’ o ‘empedrados ornamentales’ de interiores. Constituía una actividad más de los constructores de casas; maestros y albañiles contaban entre sus obligaciones a la hora de construir una vivienda la de pavimentar decorativamente la entrada, la franja longitudinal de paso de los animales de carga hasta el corral y, según las preferencias del propietario, el zaguán o primera habitación. En este sentido, los deseos e incluso la intervención efectiva de éste, según su habilidad en las realizaciones en esta parcela eran factores primordiales del resultado final. De ahí la licitud plena del apelativo de arte auténticamente popular, de artesanía pétrea de este quehacer. Además, en la actualidad, siguen siendo albañiles y personas ligadas a la construcción los que han revivido en sus propias casas o en otras viviendas de conocidos estos trabajos.
En cuanto a la técnica de ejecución, dependía lógicamente de la complejidad y pretensiones de la obra. En los empedrados decorativos más simples, puramente geométricos a base de sencillos triángulos o rombos, se utilizaban cuerdas que marcaban las lineas maestras y luego sólo había que rellenar los espacios vacíos. Cuando el ornato era más complejo se utilizaban plantillas de madera fina o paneles dibujados y luego recortados. Colocados sobre la mezcla fresca se dibujaba su contorno y sobre este dibujo o, mejor dicho, incisión se situaban las piedras ‘maestras’ que más tarde se rellenaban en el interior que determinaban. También podía actuarse al contrario, esto es, aplicando el molde y poniendo piedras a su alrededor, levantándolo luego y empedrando a continuación el espacio vacío. En algunos diseños de tendencia lineal, a veces notablemente complejos, al parecer actuaba sin más la pericia del ejecutor que sin plantillas ni cuerdas trazaba directamente sobre la argamasa fresca el diseño y sobre el trazo iba colocando los cantos. Este hecho se comprueba porque en algunas obras que son claramente copias o versiones simplificadas de pavimentos complejos se observan imperfecciones e incorrecciones en la traza acompañadas de una evidente tosquedad inexperta.
En algunos empedrados realmente excepcionales se constata una calidad incuestionable al plantear lineas de piedras negras configuradoras de un dibujo determinado sobre fondo blanco, sin espacios de color, sólo una línea formativa del diseño. Es un tipo de empedrado que me atrevo a llamar ‘Estilo lineal’ y que demuestra el valor estético y los visos artísticos de algunas realizaciones de esta zona serrana [...]; estos decorativos se apisonaban con la table o pisón, se vertía la lechada de argamasa, se barrían y limpiaban. Si bien, en esta última labor el esmero solía ser mayor, frotando concienzudamente el empedrado una vez finalizado con un estropajo mojado o trapo humedecido. De esta manera se conseguía eliminar toda mancha de la lechada y dotar a las piedras en su superficie de un apreciable brillo. [...] las piedras empleadas son irregulares y puntiagudas, producto del rompimiento de bloques mayores. En la Sierra de Aracena no se utilizaron como en otras comarcas andaluzas para estos pavimentos pétreos los cantos rodados, propios de zonas de aluvión, obtenidos de los depósitos fluviales. El hecho de que, en ocasiones, los ripios aparezcan redondeados se debe a su antigüedad; la erosión del continuo pisoteo y de los frecuentes limpiados de las amas de casa, que dotan de una redondez a las piedras que en origen no tuvieron.

© José María Medianero

© 5 empedrados de Cala. Fotografías. M. Garrido Palacios

LOTUS CLASSICS

LOTUS CLASSICS
Actuación improvisada en Appel Market
Covent Garden. London
18 Oct 2012
(foto: MGP)

Willa Cather

Willa Cather
Sapphira y la joven esclava
Trad. de Alicia Frieyro
Ed. Impedimenta

Beato de Liébana

Beato de Liébana
(San Miguel de Escalada)
(ilust. Folio 48 recto)

Antonio Machado

Antonio Machado
JUAN DE MAIRENA (I y II)
Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo
Losada. Buenos Aires, 1969

En 1917, al frente de una colección de poesías escogidas, escribió Antonio Machado los siguientes datos autobiográficos: "Nací en Sevilla una noche de julio de 1875, en el célebre palacio de las Dueñas, sito en la calle del mismo nombre. Mis recuerdos de la ciudad natal son todos infantiles, porque a los ocho años pasé a Madrid, adonde mis padres se trasladaron, y me eduqué en la Institución Libre de Enseñanza. A sus maestros guardo vivo afecto y profunda gratitud. Mi adolescencia y mi juventud son madrileñas. He viajado algo por Francia y por España. En 1907 obtuve la cátedra de lengua francesa, que profesé durante cinco años en Soria. Allí me casé; allí murió mi esposa, cuyo recuerdo me acompaña siempre. Me trasladé a Baeza, donde hoy resido. Mis aficiones son pasear y leer". AI estallar la guerra se puso al lado del gobierno; al terminar la lucha cruzó la frontera y murió en Collioure, pueblecito del mediodía de Francia, a comienzos de 1939.
CAMPOS DE CASTILLA
Antonio Machado

El viaje regala testimonios reacios a las vitrinas, no aptos para posar junto al bicho disecado; no son nada que ande en vías de desaparecer, sino simples frutos de las 

“...buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra”.

Emociona sentir voces que defienden su expresión en esta batalla que libran en una sociedad que no las valora con el “respeto imponente” que José Carlos de Luna pedía para el Piyayo:

“¡algo de nuestro ayer, que todavía,
vemos vagar por estas calles viejas!”.

Vamos del “aún” al “ya” en un soplo, total, para saber que no somos tan diferentes unos de otros por alejados que estén los suelos. El ser humano es igual a sí mismo por los siglos de los siglos, con su carga de grandezas y miserias, sus mitos y creencias como respuesta a sus dudas; no más:

“gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra”.

Voy en el tren de la vida. Miro por la ventanilla y llevo la impronta puesta de que me gusta anotarlo todo en el papel o en la memoria. En un trayecto largo y en un departamento estanco, que es un mundo, se aprende mucho porque el renuevo de voces se impone cada vez que se llega a una estación, entrando los recién llegados al diálogo abierto sin más trámite. Lejos de las chácharas soporíferas, aquí reinan el sentir y la gracia. Es el caso de la mujer que va frente a mí, de Madrid ella, que dice que “el chotis es una danza escocesa, pero por lo que cuenta mi madre, con casi el siglo de edad; antes se bailaban seguidillas, tiranas, fandangos y jotas, como en Navarredonda, Villaviciosa de Odón o en Cadalso de los Vidrios”. 
El tren llega a un destino cualquiera, final para unos, de paso para otros; salen, entran; hay revuelo de maletas y el andén hierve unos instantes con despedidas y encuentros. Después todo tiembla y el tren camina de nuevo. El departamento entra en conversación y mi cuaderno de notas se llena de sitios a los que ir, de gente a quien buscar, de cosas que hay que ver; en suma, de constatar que, pese a tanto viento en contra de la cultura base, aún existen pueblos y voces que los pregonan. “Quien va y vuelve / buen viaje hace”, dice alguien. Todos charlan alegremente mientras la luz del día cambia. Una mujer cuenta esto: “resulta que el Canelo le hablaba a la Puntilla y el Mono se lo contó toito tó a la madre”. El tren hace tran tran con su paso redondo. Pendulea mi cabeza. Un hombre dice que ayer se lastimó un brazo, que un pastor le dio un tirón seco para dejarle los huesos en su sitio y que se lo vendó con un pañuelo pringado en clara de huevo. El tren frena y hace rechinar los dientes. Puesto otra vez en marcha, sobre las rodillas viajeras plantan una maleta para echar una partida de cartas. Me preguntan si me gusta el juego. Respondo: “¡Psss!”. Un vendedor de chaqueta blanca y una canasta se asoma: “¡Pastelitos buenos y baratos!”. Una dama saca un termo de café humeante y comenta: “Las procesiones de mi pueblo, Cazorla, parecen colgadas de la montaña”. Tras envolver el aire de aroma cafetero, pregunta a la señora que va al lado: “¿De dónde es usted?” “Yo soy de Baeza, el pueblo de don Antonio Machado” La otra la corrige: “Ese poeta es de Sevilla” La una se revuelve: “Si no nació en Baeza, Baeza le nació dentro, que mi pueblo puede presumir de eso, de rebonito y de deliciosos platos como ajoharina, andrajos, gachas, sopa y migas; y ya sabe el refrán: no donde naces, sino donde paces”.

"El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella!"

El departamento guarda silencio ante tanto desparpajo. Es hermoso que haya gente que ame tanto a su pueblo como para regalarle un poeta entero.
Subo la persiana y abro el libro del poeta al que le nació Baeza dentro:
"Tras la turbia ventanilla,
pasa la devanadera
del campo de primavera.
La luz en el techo brilla
de mi vagón de tercera.
Entre nubarrones blancos,
oro y grana.
La niebla de la mañana
huyendo por los barrancos.
¡Este insomne sueño mío!
¡Este frío de un amanecer en vela!
Resonante, jadeante,
marcha el tren. El campo vuela.
Enfrente de mí, un señor
sobre su manta dormido;
un fraile y un cazador
y el perro a sus pies tendido.
Yo contemplo mi equipaje,
mi viejo saco de cuero;
y recuerdo otro viaje”.

© Manuel Garrido Palacios

Beryl Bainbridge

Beryl Bainbridge
Lo que dijo Harriet
Trad. del inglés: Alicia Frieyro
Ed. Impedimenta

Manuel Francisco Reina

La paternidad de Darth Vader
Manuel Francisco Reina 
Ediciones La Palma

“La Paternidad de Darth Vader”  de Manuel Francisco Reina  es un libro que trasciende “la poética del Yo”, para convertirse en una “poética del Otro”. Una “Otredad” comprendida como espejo de Alicia por el que viajar, iniciáticamente hablando, al reverso de un mundo cruel y a la vez luminoso. Un libro que se articula desde la dignidad de la experiencia autobiográfica, desde la capacidad de transformar por la palabra el dolor en vida. “Porque a veces la infancia es un paraíso perdido, y otras un infierno encontrado.” Asegura el autor que es su poemario más personal, más desnudo, después de casi 5 años sin publicar poesía. Un poemario que aúna el sentido clásico de la tragedia y enlaza, también, con la tradición que en la poesía española introdujo el poeta Rafael Alberti en su obra “Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos”, mezclando materia vivencial, literaria y cinematográfica. “La Paternidad de Darth Vader”  ve la luz después de más de una década de escritura y del que el Premio Nacional de las Letras Félix Grande, uno de sus conocedores primeros, escribió estas notas personales: “Este es un libro sanador. Único en su especie. Un libro que va más allá, poética y antropológicamente hablando, del conflicto mítico de  Edipo. Un poemario que es la cosmogonía de un poeta pues en sus versos se pone al dolor de la infancia a trabajar en favor de la vida.  Un libro que se articula con coraje, sufrimiento y esperanza, en ese territorio de la inocencia y el terror que es la palabra y la memoria de un poeta verdadero.” “La Paternidad de Darth Vader”  es un libro singular, no sólo por adentrarse en el territorio no demasiado tratado de la violencia contra los niños, desde la superación por la ternura, la imaginación y la poesía.

Editorial.

Alphonse Mucha

Alphonse Mucha
Frontispice pour Clic, 1898
Lithographie colorée et dorée 
20,6 x 14,2 cm
Collection privée. Londres

Manuel Moya

SALIDA DE EMERGENCIA
Manuel Moya

“Este libro, propenso a la confesión descarnada,  habla de las cosas mías, de ese ser que tanto desconozco y que pisa donde yo piso y camina siempre hacia donde yo camino. Es tal vez el libro más personal e intransferible de los míos. También el más complejo”.
© Manuel Moya

Mircea Cărtărescu


Mircea Cărtărescu
Las Bellas Extranjeras
Trad. del rumano: Marián Ochoa de Eribe
Ed. Impedimenta

«...prosa cautivadora, entre lírica, siniestramente cómica, especular y metafísica,
siempre llevada hasta el límite»
Mercedes Monmany, ABC

Benoît Ramampy

CAMÉRA REBELLE
Un portrait du réalisateur Benoît Ramampy
Karine Blanchon
Préface du Pr. Françoise Raison - Jourde
L'Harmattan. Paris


Réalisateur atypique et passionné, Benoît Ramampy est né à Ambalavao en 1947, il a traversé les grands événements de son pays, Madagascar. Agitateur pudique mais déterminé, il n'a eu de cesse de vouloir faire des films, offrant au cinéma malgache ses premières récompenses internationales. L'histoire de cette cinématographie méconnue se déroule sous couvert des relations ambigües entretenues entre la France et Madagascar.

Tiepolo

La entrada del caballo en Troya
Giovanni Domenico Tiepolo (1773)
National Gallery. London

M. Rhodes James

Los cinco frascos
Editorial Berenice

Un paseante recibe susurros de un arroyo que le llevan a desenterrar una extraña caja. Allí encuentra cinco frascos que contienen ungüentos con efectos mágicos. Cada vez que los usa le dan poderes especiales, y en principio benéficos, para entender las extrañas conversaciones de los búhos o las divagaciones de un gato. Diversas criaturas de apariencia amistosa están empeñadas secretamente en impedirle que acceda a ese mundo. ¿Qué historia tan extraña contienen estos cinco frascos para que estas criaturas no duden en lanzar el escalofriante ataque de la "bola de murciélagos", de acechar con la temible "columna de niebla" o usar sus artimañas como buhoneros fantasmales?
Montague Rhodes James concibió la trama de Los cinco frascos en 1916 y la escribió como regalo para su pupila Jane McBryde. Ahora se publica en español junto al relato El campo de juegos después de anochecido, que, según especialistas en M. R. James, "debe ser leído como un complemento a Los cinco frascos”. La historia está en la estela de Fantasías, de George MacDonald, o Alicia en el País de las Maravillas.

Edit.

Ángel Manuel Rodríguez Castillo

Ángel Manuel Rodríguez Castillo
El habla y la Literatura de la Sierra de Huelva
IV Jornadas de Patrimonio Histórico Artístico


Nuestra sierra es refugio de una especie en extinción: la de los mayores que hablan y hablan sin prisas pero con todo el encanto del mundo. Yo he oído embelesado a personas sin una especial preparación cultural contar hechos triviales con la técnica narrativa del mejor novelista; no sólo empleando un lenguaje correcto y sin vacilaciones, lejos del ‘bueno...’, ‘esto...’, tan frecuente hoy y tan extendido en una sociedad que ha perdido el gusto por la palabra bien dicha, sino usando los términos exactos y los sentidos profundos. He oído convertir el relato del hecho más común en una novela de suspense, o lanzar, en el momento preciso, la metáfora más audaz y sugerente con la misma fácil naturalidad con que los castaños sueltan sus erizos: sin darse cuenta ni importancia.
Creo que hay un sustrato literario en la Sierra, como un humus fecundo y fértil que florece en las conversaciones ordinarias de las casas, en las bromas y risas de las cuadrillas de apañaoras, o en el hablar sentencioso de los hombres endomingados. Seguro que a muchos de los que leen esto les pasa lo mismo que a mí: están pensando ahora en esa persona de su pueblo de quien tanto han aprendido; o están recordando aquellos ratos ante la candela, mientras se asan las presas de la matanza o circula el mosto, en que alguien cuenta el último suceso -o el más antiguo del pueblo y crea a su alrededor un mundo distinto y nuevo con sus palabras. A nuestros narradores y poetas desconocidos les pasa como a las migas serranas: no están hechas sólo de pan, o de un hecho más o menos interesante: llevan también la suavidad y esponjosidad de la papa, que es el gusto por la palabra y el recrearse en ellas. La palabra ‘rumiada’, que dice Carlos Muñiz.
Decía antes que ésta es una especie en extinción porque ahora la gente -también la de la Sierra tiene menos tiempo para hablar y escuchar, para conversar y recordar. Ahora parece que sólo hay tiempo para las series fosilizadas de la televisión.
La Sierra ha dado muchos escritores. No tengo datos estadísticos, pero me atrevo a decir que en la Historia -por hacerse de la Literatura en la provincia de Huelva, nuestra zona sería una de las que más páginas habría de necesitar. Y no hablo aquí de los poetas populares, que hay en todos los pueblos y que un día habría que estudiar, reivindicar y reconocerles sus méritos , que exaltan las romerías, los paisajes serranos, las imágenes de la Virgen y, con más ilusión que medios, consiguen sacar adelante programas de fiestas y pequeñas y entrañables revistas. Hablo y quiero hablar aquí de escritores consagrados, con una amplia obra reconocida no sólo en sus lugares de origen, razón por la que, paradójicamente, quizás no sean apreciados entre nosotros. En efecto, al haber sobrepasado las fronteras serranas, se convierten en patrimonio de un colectivo más amplio. Hemos de reivindicarlos como nuestros, como manera de enaltecerlos y enaltecernos: algo así como ha hecho Moguer con Juan Ramón, uno de los andaluces universales, pero gloria de su pueblo natal. Y esto se conseguirá divulgándolos entre nosotros, haciendo que en nuestras escuelas e institutos sean leídos y estudiados, fomentando la edición de sus obras.
Si tuviéramos que establecer una tipología del escritor serrano, una especie de características generales, a la manera de las Historias de la Literatura, yo me atrevería, lanzándome sin red, a enumerar las siguientes: Gran capacidad fabuladora en los narradores, que construyen historias atrayentes, cercanas, a partir de los elementos más simples y comunes de la vida diaria: narraciones breves como La Julianita, de José Nogales, o Seis Doble, de Carlos Muñiz, convierten elementos tan cotidianos como las fantasías y sueños de una muchacha que viene del campo, o una partida de dominó en el casino, en elementos mágicos y estremecedores. Una segunda característica, que entronca con la anterior, es el profundo conocimiento de la realidad y las personas, que viene dado por el compartir un mismo origen y sentirse orgulloso de él. Fernando Labrador hace persona a la Sierra; a José Nogales no le importaría morir de una indigestión de morcillas en una matanza, y convierte en argumento literario sus juegos infantiles (los rehiletes). Carlos Muñiz pone a sus personajes nombres como Lisardo Galaroza o Filiberto Navahermosa, o utiliza el vocabulario añejo de la Sierra en sus relatos; sería la tercera característica la socarronería o retranca con que escriben estos autores, el humor fino con que se ríen de las situaciones difíciles, los sobreentendidos, el ir más allá o quedarse más acá -según se mire de las palabras, que tiene en ellos una carga superior dada por esa vivencia de una situación vital de que he hablado antes. La cuarta y última característica que quiero señalar es el dominio del lenguaje, que utilizan en todo su poder sugerente y connotativo. Evidentemente, este uso del lenguaje es lo que constituye la esencia y la base del hecho literario. Pero en Andalucía, tierra barroca por excelencia, esto se hace más acusado; y en la Sierra, donde la gente es sentenciosa y va lejos, aún más. La manera serrana de narrar, yendo y viniendo, pero sin perder el hilo, adornando con múltiples disgresiones que no confunden, pero sí enriquecen... es como nuestro paisaje y nuestros caminos rurales, que no sólo van a un lugar, sino que pasan por esos lugares. Tan importante es la historia que se cuenta, como cada uno de los momentos o palabras de esa historia.
Se me podría objetar que cada una de estas características se puede aplicar a, o explicar de, muchos escritores: es la unión de las cuatro en el mismo escritor lo que, en mi opinión, constituye esa forma especial de ser escritor que es la serrana.

© Ángel Manuel Rodríguez Castillo

© Foto MGP.

Victoria Lacombe

LA MALADRESSE DANS L'ART CONTEMPORAIN
Vérité du geste ou illusion esthétique ?
Postface de Christophe Ronel
L'Harmattan. Paris


Ce livre analyse l'esthétique inattendue de la maladresse. Celle-ci implique l'inexpérience, la gaucherie, le handicap, le hasard... L'auteur montre l'intégration de la maladresse, en tant que technique, dans la pratique artistique, qui finit par générer un nouvel académisme. L'auteur montre l'affirmation d'une nouvelle sensibilité réhabilitant le burlesque, l'idiotie et le monstrueux, qui contribuent au désenchantement du monde.

CHRISTOPHE BARRATIER

CHRISTOPHE BARRATIER
Les choristes.
Los coristas
Los niños del coro

La ciudad de Faro celebra una fiesta en honor del cine francés. En la Gala de Inauguración, como aperitivo, proyectan la ópera prima de Christophe Barratier: Les Choristes, comedia dramática justamente seleccionada para los festivales de Berlín y Montreal y que luego se integrará en el circuito comercial español de la mano distribuidora de AltaVista. En España se traduce su título como Los coristas o Los niños del coro.
Christophe Barratier ─cuya formación es la de músico-guitarrista hasta que descubre el cine─ sube al escenario a defender con palabras algo que no necesita: su trabajo. Si toda obra lleva su dosis de autobiografía, aquí parece que es total. Se trata de la memoria de un colegio de huérfanos en la Francia de la posguerra donde, como en tantos centros de enseñanza, reina el caos, el desinterés del responsable máximo, a toda hora con la consigna de «acción, reacción». Sin duda, un aspirante a cargo político. Domina el ambiente escolar el signo de la desgracia por el cual todos los alumnos que salgan de allí serán pasto de cárceles o protagonistas de mala vida. De hecho, el castigo que se impone a los «malos» de la historia filmada es recluirlos en un calabozo.
Así las cosas y por voluntad de un nuevo profesor, encarnado magistralmente por Gérard Jugnot, penetra el milagro de la música en el aula única y con ella el interés, no sólo por el canto, sino por el trabajo en grupo, la disciplina, el estudio y otros valores, hasta el punto de conseguir ─aun a contrapaso del cascarrabias del director─ un pequeño repertorio que es, además, el motivo musical del film. Naturalmente, en esa fábrica de perdedores que es el colegio, pierde también el profesor de música, al que despide el estirado director por una serie de hechos más dignos de ver y escuchar que de leer aquí: motivos que ni el papel aguanta.
Les Choristes es una de esas obras anunciadoras de que está junto a la cámara un gran director, En la cena posterior a la proyección es cuando me dice que viene de ser guitarrista y por ahí entramos en sabrosa conversación, de acuerdo en que no hay que nacer esto o lo otro y ya dedicarse –con las limitaciones de un solitario camino─ a esto o a lo otro. Si se nace sensible, basta con aplicar esa potencia creativa a cuanto se haga. Hoy toca hacer música porque el espíritu está proclive a ello: pues música; hoy toca cine: pues cine; hoy toca escribir: pues a emborronar papeles.
Barratier no sabe si seguirá en lo del cine, aunque ya tenga en marcha más proyectos; durará en el oficio lo que le duren las ganas porque le atraen otras formas de expresión que quisiera experimentar, sin descartar volver a su música. Lo que no duda este «ya» gran director es que lo que ha de presidir su obra, sea del cariz que sea, es la dignidad íntima, el sentirse bien consigo cuando la haga. Nunca aceptará, por ejemplo, que un distribuidor asista a un rodaje suyo y dé órdenes del 'cómo' con vistas a una taquilla abultada. Para bultos, ya hay un triste catálogo dentro del cuadro diario. 

© Manuel Garrido Palacios

Isaac Antcher

Isaac Antcher
(Peresectna 1899 - París 1992)
Sous-bois avec personnage, 1929
huile sur toile, 60 x 73 cm.
Collection privée
Pinacothèque de Parls

Jacques Lonchampt

Jacques Lonchampt

LA MUSIQUE AU JOUR LE JOUR

Bouquets de fleurs 1 - 1961 - 1973
BEAUX ARTS MUSIQUE, CHANSONEUROPE
Ed. L'Harmattan
Paris


Que deviennent nos souvenirs de concerts, merveilleux, émouvants, marqués par un artiste éblouissant, par une atmosphère grandiose ou d'une intimité bienfaisante ? Des moments qui peu à peu perdent leurs couleurs, s'effacent, pour ne plus laisser qu'une impression nostalgique avant de se dissiper complètement. Alors que reste-t-il ? Un article de journal, avec ce que le critique du journal Le Monde a touché de plus irrémédiablement personnel dans cette manière de faire de la musique.




JOSÉ MANUEL DE LARA · Sonetos



3 sonetos 3




SONETO DE JOSÉ MANUEL DE LARA AL HIJO

Dentro de ti me encontrarás un día
cuando cubra tu voz mi sombra inerte.
Algo mío tendrás tras de mi muerte
al hacer aquel gesto que yo hacía.

Desde mi ausencia, entonces, yo querría
algo más de un silencio que ofrecerte.
Esta nostalgia gris que ya se vierte
hacia tu soledad, desde la mía.

Hasta ti llegaré en la madrugada,
y en todo me hallarás, no estando en nada.
Después me iré perdiendo en el olvido.

Y si el tiempo borrase hasta mi nombre
ese día sabrás, hijo, que el hombre,
cuando deja su sangre, no se ha ido.

SONETO DE MANUEL JOSÉ AL PADRE

Dentro de mí te encuentro cada día
y oigo en mi voz tu acento dulce y fuerte.
Algo tuyo me llevaré a la muerte
en ese gesto que hago todavía.

A tu lado, en silencio, yo querría
que no pasara el tiempo y retenerte.
Saber que el corazón ya no se vierte
ni en soledades ni en melancolía.

En mis ojos contemplo tu mirada
y en todo te hallo en mí, sin buscar nada,
por el río sin fin del apellido.

Y, cuando el tiempo borre nuestro nombre,
mis hijos sentirán, padre, que el hombre
puede vivir por una sangre unido.

SONETO DE MANUEL GARRIDO PALACIOS A MANUEL JOSÉ

Que ahí dentro lo encuentres cada día
y sientas en tu voz su acento fuerte
es vida que lo aleja de la muerte
a cambio de dejarnos su poesía. 

Que lata su latir como latía
allá en su Plaza Nueva, lo convierte
en ese ser humano que hoy revierte
las flores de su esencia en quién quería.

Sus ojos te darán una mirada
que talló la existencia en su semblante
y en el verso infinito que ha creado.

Y si un día topara con la nada,
que hoy goce del brillo de su cante
y del rito sin par de ser cantado.

© los autores.