David Nobbs

El regreso de Reginald Perrin
David Nobbs
Trad. Julia Osuna
Postfacio: Kiko Amat
Edit. Impedimenta

  "Una magnífica muestra de humor inglés, agridulce e inteligente, ideal para estos tiempos de cólera."
Luis Matías López, Público

Reggie Perrin es un hombre gris, de mediana edad, que lleva una vida si cabe más gris: con una mujer insulsa, un trabajo alienante en una empresa de postres y nulas perspectivas vitales, decide simular su propio suicidio y comenzar de nuevo como una persona diferente. El regreso de Reginald Perrin el espíritu de la hilarante y agridulce Caída y auge de Reginald Perrin ofrece las nuevas aventuras de uno de los antihéroes más inolvidables de la literatura británica reciente. Tras diversas tribulaciones, incluida la temporada en que nuestro protagonista se ve obligado a cuidar gorrinos en una granja, Reggie abrirá una tienda, «Basura», en la que todo lo que se vende es completa y absolutamente inútil. Para su sorpresa, el proyecto se convierte en un éxito apabullante. Cuando Reggie decide destruir el monstruo que ha creado, se da cuenta de que hay criaturas difícilmente eliminables.

© Editorial

Marifé Santiago

La orilla de las mujeres fértiles
Marifé Santiago
Ed. Calambur 

Marífé Santiago, Doctora en Filosofía, ha publicado los poemarios Tres cuadernos de bitácora, Celebración de la esfera, Las constelaciones del Capitán y El día. Los días, a lo que hay que añadir las novelas El tiempo de las lluvias. Un ángel muerto sobre la hierba. El jardín de las favoritas olvidadas y La canción de Ruth. 
Hay varias formas de encarar su nueva obra: La orilla de las mujeres fértiles (Calambur 2010) para airear su salida. Una es leyéndola y recontándola para compartir el sabor de la palabra precisa, dejando que te habiten los versos que tallan figuras en el paisaje, Otra, escuchando el disco que viene con al libro, en el que recita Marifé Santiago, pone música, canta y acompaña al piano María José Cordero y toca la viola Sara Uriarte, Y otra manera más de sentir lo que dice y cómo lo dice es siguiendo con sus notas finales su camino expresivo. Opto por la última y leo: “Concibo la primera parte de La orilla de las mujeres fértiles como libro de versos; la segunda es una suerte de ensayo que elige el cuerpo poético para aparecer. Algunos poemas llegan de otro tiempo, de otro lugar, pero deciden estar aquí. El fragmento VII es de Pili Rodríguez y va con El despertar de los fósiles”. Dice: “Acepto exhumar lo íntimo / con la templanza / que tiño mis cabellos / o dejo mi boca / entre los dedos ajenos / de un médico. Comienzo, entonces, por la mugre, la que sustituye a la pierna, la que es sustituida por una tormenta de arena infinita. / Es verdad: / la pobreza pesa tan poco como la sombra de una araña, y la memoria de la pobreza pesa tan poco como el sueño de aquella viuda que habría cumplido nueve años en diciembre”.
“El fragmento VIII es de Ramón Pérez Garrió, y cerraba El Ilibre a recer de l’art”. Dice: “Un velo abandonado / sobre esta mesa líquida: / de cada sombra se desprende / polvo y memoria. / Las palabras liban la hora, ¿lo sabías? Liban, crecen, / se levantan del suelo como guitarras saciadas. / Se puede decir que, entonces, / el libro no oculta su exultante desnudez, / y que la página deja de ser barco para hacerse cometa: / comienzan las nupcias del Canto y el Pintor, / da comienzo el banquete de la fuente / que lleva versos en las alas”.
“El fragmento IX se lo escribí a Áurea Álvarez cuando dejó las clases”. Dice: “Generación de círculos: un faro / manantiales ardidos / barcos arrastrados por gorriones / claridad de los bosques que no se parecen a nada / países deshabitados que el sol sigue llamando por su nombre. / Así llego yo a ti, amiga mía, con una lucerna en la palma de la mano, alumbrando recuerdos que te ofrezco para que tú los deposites en el sagrado río de la Memoria”. 
“El fragmento X me lo pidió Rose para que acompañara las fotografías de Jean Duroux. Lo tradujo al bengalí Subhro Bandyopadhyayí”, y dice: “La Diosa danza y escribe con los pies versos de musgo. Silencioso, el corazón del bosque los canta. / Un manantial de savia: una gota de dulce sudor: es Perséfone, la niña que enamora a las tinieblas. Ese era su juego: saltas de huella en huella sin mancillar tanta piel, de puntillas. / En la corteza de mi mano palpita el árbol: breve, la luz: autorretrato de la Diosa: soñemos, digo: escuche el alma la madera y no abandone nada, y nada olvide”.
Algunos versos del fragmento XIII fueron escritos en gallego y publicados en Poetas con Rosalía (Compostela, 2007). Traducidos al castellano, la autora los trae aquí “como un salmo”. Dicen: “Halló a la extranjera orando en el templo de arena; vio la ceguera de sus ojos y cómo le caían, torpes y silentes, memorias en vez de lágrimas. / Le dijo: Extranjera, ¿has orado en el templo de arena? / Le dijo: La memoria de un Poeta se mide en templos. Como la arena / (Poeta nómada: tu templo es de arena y la leche de tus palabras amamanta a la vida) / Extranjera: Sin nombre. Sin memoria. Palabras silentes y torpes en el vano de la sonrisa, en una canción”. 
Los previos perfilan el libro como un “cuaderno de bitácora de quien se niega al olvido: la celebración de la esperanza. Escrito desde la orilla eterna de las mujeres fértiles, es un canto a las niñas de ojos sin infancia, cuya vejez llega antes de su hora. Este poemario enlaza con la obra de la autora en la revelación del sonido de la sabiduría femenina, que al cabo sustenta la realidad y la poética del mundo”.

© Manuel Garrido Palacios