Luis Delgado
El disco As-Sirr, de Luís Delgado, se abre como si lo hiciera en la tela El
cielo protector, de Bernardo Bertolucci, o en la letra impresa The Sheltering
Sky, de Paul Bowles. La magia de su música sabe a pregón, rezo, mantra, latido,
pulso, canto antiguo que da la vuelta al tiempo y renace. Suena hoy en el
estudio mientras escribo y deja desfilar por la mente llanuras infinitas,
coincidencias de memoria, lejanías que quedaron flotando en los siglos para
venir a fijarse en esta obra con vocación de ser compartidas. Es música, es
aire, es imagen de palmera proyectada en las murallas de una ciudad árabe. Luis
Delgado reúne a Mohamed Serguini el Arabí, María Luisa García Sánchez, Yammal
Eddine ben Allal, Jaime Muñoz, César Carazo, Cuco Pérez, Javier Bergia más los
que trabajan en la sombra, y talla esta pura sensación sonora dividida en diez
temas: El jazminero, sobre un texto de Abu Utman ibn Luyun, del siglo XIII, que
dice:
Tiene esta dulce gacela
dos jardines en su cara
y en su talle
floreciente
brillan redondas
granadas.
Albo Diya, sobre un texto del siglo XI, de Abul Abbas al-Ama al-Tutili,
cuyos versos cantan:
Lo que ese talle de
palma
carga sobre mí, me
abruma.
Que yo vele y ella
duerma
me conduce a la locura.
Asa Sanarey, siglo XI, de Abu Bakr Muhammad ibn Arfa Ra-so: ‘¿Qué le hice a esos ojos rasgados / y a ese pelo, di, / que quieren mi sangre y se empeñan / en verme morir?’. ¡Ya, corazón!, sobre un poema de Isa ibn al-Labbana al-Dani, siglo XI:
Su amante una moza fuese
a despedir
y, al alba, llorando por
verlo partir
del mar, a la orilla se
puso a plañir.
El Tesoro de Fustat, canción en memoria de Ahmed Abdul Malik (1927-1993). Bilaya, con música y texto de la tradición andalusí:
Por Dios, brisa de los
enamorados
te ruego que soples
hacia allí
donde residen las más
hermosas.
As-Sirr, que da nombre al disco. Gaybatuk, también tradicional:
Tu distancia me
entristeció
y vi cómo mis ilusiones
se alejaban.
Duna luminosa, sobre un texto de Muhammad ibn Ubada al Qazzaz al-Malaquí, poeta del siglo XI:
Vino son sus ojos,
su mejilla huerto,
rojo oro su boca
arrayán su cuerpo,
magia sus palabras,
su unión, el contento.
Y la última, El increíble viaje de Muqadaam Mwafá. Parece ser que la forma ‘muwaxaha’ surge en el siglo IX merced a un poeta llamado El ciego de Cabra. Tantos años después, tras hallazgos casuales, rebuscas e investigaciones de eminentes arabistas, van recuperándose muestras para leerlas o ser musicadas, como ha hecho Luis Delgado en este excelente As-Sirr, que se puede escuchar durante horas mientras se trazan palabras, o se inventan cuentos, o se pregunta a los sabios o se sueña despierto. Tanta recuperación no queda sólo en una paleta de colores sonoros, sino que retrotrae al ámbito de un viaje maravilloso por un campo sembrado de sensaciones tan viejas, que parece que siempre estuvieron ahí, esperándonos, como voces herrumbrosas que resbalaban hacia el olvido y que, gracias al laboreo de artistas como Luis Delgado y su gente, vuelven con nosotros como parte de un común patrimonio inmaterial.
© Manuel Garrido Palacios