Antonia Heredia






REFLEXIONES EN FUENTEHERIDOS






Sin perjuicio de que ni el tiempo ni la distancia para cualquier americanista, como es mi caso, haya sido obstáculo para acercarse a Huelva, mi percepción, esta vez, vendrá desde otra perspectiva -los Archivos y la Memoria- que no deja de ser complementaria de aquélla por cuanto Historia y Archivos siempre han ido de la mano.
Se ha dicho que ‘la identidad cultural es un derecho del hombre y este derecho no puede estar asegurado más que por la historia y la memoria’. Difícilmente pueda hacerse historia sin recordar, y sin datos que sustenten ese recuerdo la identidad de un pueblo corre todos los riesgos. No será así para Huelva. En mi acercamiento al conocimiento de Huelva han tenido que ver dos personas que, naturales o no de aquí, ambas se han identificado totalmente con ella. La una es archivera y se ocupa, mima y protege los Archivos, como Instituciones del Patrimonio documental; el otro es, experto en la palabra y entusiasta de la memoria que busca y encuentra en todo: cuentos, leyendas, refranes, dichos, grafitis.
Difícilmente se puede hacer mejor definición de la que él hace de esa memoria que es la tradición oral: ‘canto rodado que se talla en el río del día a día hasta que desemboca en el mar del idioma para vivificarlo’. Más aún: ‘la tradición oral viaja con las voces por las cocinas, las alcobas, las tabernas, los caminos...’.
Una y otro hablan de Archivos, aunque diferentes. Aquélla de los de corte clásico -no me gusta tradicional, que muchos prefieren, por evitar la carga peyorativa que el término. en la era de las nuevas tecnologías, entraña-, ligados a las instituciones; éste se ocupa, de los estimados –otros- Archivos que, frente al sentido que otro u otra se da en la copla, son tan legítimos como los primeros, aunque los archiveros les hagamos desaprobaciones archivísticas. 
Cuestionamiento compensado por el mayor poder de seducción de estos con relación a los primeros. Patrimonio documental en un caso, Patrimonio cultural en el otro, y para ambos, la estimación de Patrimonio común. Los dos, como tesoros que son, pueden sufrir si se manipulan y los dos exigen la transcripción del mensaje sin manoseos.
He tenido la suerte de coincidir y convivir con esas dos personas con ocasión de unas jornadas de Archivos en Fuenteheridos, entrado el mes de octubre, cuando todavía no se había instalado el dorado del otoño serrano. Silencio, paz, equilibrio, neblina al amanecer, castaños rebosantes de erizos, sonata de pájaros, chopos, encinas, murmullos de agua.
Es saludable, y por tanto recomendable, venir a Fuenteheridos y visitar sus alrededores, Cortegana, Aracena, Galaroza, Castaño del Robledo, Almonaster y pasear, pasear por la sierra y saborear, inexcusablemente, ese jamón que -con denominación de origen o sin ella- no hay otro que se le compare.
Me pidieron, mejor: me arrancaron el compromiso de un breve escrito sobre mi percepción de Huelva. Me resistí, porque lo mío aparte de la Historia, son los Archivos, pero he tratado de cumplir y, por qué no decirlo, gustosamente.
La percepción de una tierra no viene sólo del paisaje. Hay muchas percepciones a partir del lenguaje, de las costumbres, de la literatura, del arte, del caserío, de la gastronomía, de las gentes.
He elegido dos personajes que me han introducido en el conocimiento de Huelva y que, en mi percepción, son indisolubles con ella. Me siento afortunada con su amistad. Tienen nombres propios: Remedios y Manuel. Con ellos la memoria de Huelva está en buenas manos.

© Antonia Heredia Herrera