Cornelis Zitman



Cornelis Zitman
Exposición permanente
Casa de Iberoamérica
Cádiz


Cornelis Zitman (Leiden, 1926) dice haber “encontrado en la escultura un refugio para crear personajes y situaciones cuya presencia ilusoria se deriva de una realidad de la que me siento excluido y que me acobarda. La escultura responde en mi caso a una necesidad de narrar, como hace un escritor, lo que descubro y observo”. En 1941 Zitman asiste a la Academia de Bellas Artes de La Haya para estudiar pintura libre. En 1947 marcha a Venezuela y en 1948 se instala en Coro, Estado Falcón, como dibujante. Se casa con Vera Roos. En 1949 toma asiento en Caracas y comienza a pintar. En 1951 retoma una escultura hecha tres años antes, Mujer sentada, y obtiene el Premio del Salón de Artes Plásticas. En 1958 expone en la Galería de Arte Contemporáneo, deja Caracas y pasa a la isla de Granada con su familia, donde crea esculturas inspiradas en la población nativa. En 1961 participa en Boston en una exposición de Galería Gropper. Regresa a Holanda, estudia las técnicas de fundición con Pieter Starrevelt, en Amersfort, y vuelve a Caracas contratado por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela como profesor de diseño. En 1964 convierte un viejo molino de caña de azúcar “un trapiche en la Hacienda de la Trinidad” en un eje creativo donde sus esculturas, modeladas en cera directamente, evolucionan junto a la arquitectura. En 1967 obtiene el Premio Julio Morales en Valencia, Venezuela. En 1968 expone en el Museo de Bellas Artes y en la Fundación Mendoza, Caracas. Dina  -musa de Aristides Maillol, modelo de  Matisse, galerista de arte- valora su quehacer y le abre un horizonte para llevar su obra por el mundo. En 1971 la muestra en la propia galería parisina de Dina Vierny y obtiene el Premio de la Bienal de Escultura de Budapest. 

En el trienio 1972-75 expone en la Feria de Arte de Basilea, Suiza, en la Galerie d’Eendt,   en la Galleri Dobloug, Oslo, y realiza la escultura Les Girls para The Mall at Chesnut Hill de Boston. En 1981, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas publica el libro Cornelis Zitman, y obtiene el Premio del MACC en la Bienal de Artes Visuales. En los años siguientes es Invitado de honor del Museo de Arte de Barquisimeto, obiene el Premio Korato Takamura Grand Prize Exhibition, del Museo Hakone de Tokio, expone en el Museo de Arte de Maracay, participa en la FIAC, Grand Palais, París, recibe la visita de Theo Scholten, que años después inaugurará el Museo Beelden Aan Zee de Scheveningen, Holanda, está presente con su obra en la exposición Arte en Bronce, de la Galería Artehoy, Caracas, y en la Galería Tokoro de Tokio, además de representar a Venezuela en la Bienal de Sao Paulo, Brasil, con 40 esculturas y 20 dibujos, contando con el montaje del arquitecto Domingo Álvarez. 
También en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y en el Musée Campredon de L’Isle sur la Sorgue, Francia. En el periodo 2002-2009, en cuyo año central es condecorado con la Orden del León Holandés por su aportación cultural a las relaciones entre Holanda y Venezuela, muestra su obra en Galería Sin Límite, San Cristóbal, Venezuela, Trasnocho Arte Contacto, Caracas, Galeria de Arte Ascaso, Miami, Estados Unidos, Museo Beelden aan Zee, de Holanda, Feria Iberoamericana de Arte FIA, Caracas, Casa Museo de Venezuela en Beas, España, Museo de Huelva, España, Sala Santa Inés de Sevilla y Castillo de Santa Catalina de Cádiz. Instala la escultura en bronce Emigrantes, en el Parque Celestino Mutis de La Rábida, Huelva, y sigue en 2010 con la exposición La Pasión Americana en la Pinacoteca de Almonte, España, la Instalación de la escultura en bronce Muchacho desnudo, en el Castillo de Santa Catalina de Cádiz, la muestra en el Museo Casa de los Tiros de Granada y en la Sala Orive de Córdoba, España, además de plantar la escultura monumental Don Quijote y Sancho Panza en el Cabezo de la Almagra de la Universidad de Huelva, proyecto en el que colabora Sebastián Cerrejón. arquitecto. Para los años 2011-2012 está prevista la exposición Zitman en España en diversos lugares, entre ellos, los museos de Jaén y Almería. Dina Vierny, que funda el Musée Maillol en 1995 y preside la Fundación que lleva su nombre, dice: “El talento es grande, el misterio también. Las figuras que él anima se hacen legendarias; ya no son seres ordinarios, lejos de toda figuración; aunque figurativa, su escultura se vuelve meditativa; tan profunda es la totalidad de movimientos domados que ha sabido resolver plásticamente”.
Esta es una síntesis del perfil biográfico que acompaña al catálogo de la muestra que ofrece el artista: selección de esculturas, con predominio del bronce, traídas de museos y de colecciones privadas de Estados Unidos y Europa, donde Zitman confiesa su admiración por Eyck, Rubens, Matisse o Picasso, cuya obra le supone “una revelación clave en su formación: la nueva realidad plástica ya no era un ejemplo de pintura bella, sin embargo, en su fondo seguía palpitando la verdad”. Entre los personajes zitmanianos emerge la figura femenina plasmada en situaciones cotidianas: “mujer de rasgos criollos, chatos, herméticos, con vientre prominente y extremidades delgadas”. Mujer inundada de la luz del trópico que, aún inmersa en las más sencillas tareas… sentada, manos al regazo, absorta en el horizonte, componiendo ángulos con sus piernas flacas entre los palos rectos de una silla, enmarcada en el círculo que la limita, pendiendo de un columpio quieto, apoyada en la mitad de una cama desnuda, esbozada en una idealización, con los párpados cerrados en meditación honda, tocando su cabeza con una suerte de papalina, ante la pequeña mesa, en un paladeo de siesta, trazando el mundo con la redondez de sus formas, dejando oscilar un pie descalzo en el vacío, adornada del mantón que triangula su estampa… sugiere movimientos para poblar un universo de símbolos, de aire interior, de sentido dulce, voluptuoso, inquietante, del que “emana una enorme dignidad, una intensa sensación de vida”. Marta Traba cree posible rastrear en su único personaje femenino ese trasfondo simbólico “sin dejar de ser la mujer visible, la criolla totémica que vive, actúa y espera. Por eso llamo a la obra de Zitman “escultura a la vista”. 
Cuando casi todo el arte actual ha pasado a ser un jeroglífico con claves de lectura al alcance de pocos descifradores, esta obra peca de explícita. Se funda sobre el sólido deseo de representar lo visible y tangible que, desde el pasado siglo ha ido debilitándose en los centros donde se dictan las modas artísticas”. Boeli van Leeuwen capta en Zitman “la gran compasión que ha tenido para con sus mujeres. Un amor que no ha podido transmitir de otra manera que armándolas con una magia especial. Es el gran amor de Zitman: mujeres al filo del abismo que son las que nos empujan hacia atrás. La obra de  Zitman -uno de los escultores más grandes de la actualidad- no se busque en los salones de los nuevos ricos, ni en los fríos museos, sino en los pueblos polvorientos del interior, sobre la tierra sagrada en los ranchos que bordean Caracas. ¿Cómo un hombre formado con un patrón cultural tan diferente pudo hacer estas esculturas?” Estas cosas, como dice San Pablo, son un gran secreto.

© Manuel Garrido Palacios
© Publicado en Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua. Nueva York