Joaquín Díaz


Refranero del ahorro
Joaquín Díaz
Castilla Ed. Valladolid


Prólogo


El refrán es una frase ingeniosa, casi siempre rimada, destinada a fijar una pauta de comportamiento. El refrán previene, basando su bondad o su eficacia en la experiencia colectiva, pero también amplía su advertencia o su validez hasta el concepto contrario, tratando así de abarcar todas las posibilidades y abriendo la puerta a cualquier solución siempre que ésta sea sensata. Yo diría que ésas podrían ser, precisamente, sus dos características más definitorias: el refrán tiene respuestas para todo y éstas encierran en sí mismas la cordura que transmiten el tiempo y el uso prolongado. Podríamos decir, en cierto modo, que el refrán es la sabiduría antigua en pildoras, que pueden administrarse oportunamente cuando el caso, la dolencia o el doliente lo aconsejen. De médico o de curandero puede hacer cualquiera, porque cualquiera puede ser depositario de la triaca, pero la experiencia revela que el remedio es mucho más efectivo si se eligen bien la ocasión y el modo, o sea el tono en que se dice. No cabe duda de que el resultado de un consejo es mucho más espectacular cuando aún se puede poner en práctica la advertencia que cuando sólo se puede recoger el fracaso, para cuyos efectos ya no hay remedio. De este modo el refrán se ha convertido a lo largo de la Historia, de las civilizaciones, de los contenidos lingüísticos, en una especie de manual de instrucciones de la propia vida cuyas normas advierten al usuario de determinados peligros o tratan de evitar que incurra en errores lnvoluntarlos.
Ahorro y libertad van unidos («horro» en la Edad Media significa «libre») porque para practicar el primero se requiere una capacidad que sólo la segunda puede dar, pero también la palabra ahorro sugiere una voluntariedad (evitar pastos, evitar trabajos, etc) que confiere más valor al acto soberano. Ciertamente ese sentido -de almacenamiento de algo o de evitación de su dispendio- es previo al concepto actual de la palabra, que contiene ya un provecho en los réditos que la acción misma nos procura. En todo caso, esta acepción, si bien es más moderna, puede pasar a la historia en cualquier momento sustituida por criterios más eficaces como los de la inversión o el plan de pensiones.
Leyendo todas estas máximas dedicadas a las ganancias, al gasto, al uso de los bienes o del dinero podemos deducir que «de aquellas aguas vienen estos lodos» y que nuestra afición a venerar la moneda y sus consecuencias procede de tiempos inmemoriales. Todas las culturas que han pretendido sobrevivir, por muy innovadoras o revolucionarias que fuesen, han acabado basando sus estructuras de funcionamiento en el orden y en la norma. Este libro es un catálogo de normas que, si no tienen en todos los casos como centro la honradez y la ética, al menos pueden servir de soluciones prácticas en una situación de apuro.

© Joaquín Díaz