Francisca Gata Amate / 2 libros




FUERA DEL TIEMPO


“Aquí se urdió la historia” dentro del tiempo. Amalia Miguez convocó a quien quiso ir a Rociana para hacer la entrega del Premio Internacional de Poesía Odón Betanzos Palacios, y ella vino de Nueva York a presidir el acto en la Fundación que honra el nombre del esposo, poeta, compañero, hombre bueno, “en esta encrucijada de silencio / sintiendo la soledad / como si me hubiera devorado el horizonte; / la sangre manando para mí / y para las exangües fuerzas / de quien ha amado”.
De la obra que alcanzó el premio: “Fuera del tiempo”, su autora, Francisca Gata Amate, leyó algunos versos: “También fuera del tiempo me perteneces. / Es otro sueño que desea recobrarte junto al jardín, junto a las rosas. / Aunque nuestro cielo te halla derribado. / También fuera del tiempo negado en una lágrima, / alma que vagas y me ofreces la muerte que te lleva / más allá…”.
En “Fuera del tiempo” los versos están dichos a tiempo, a su tiempo, en su tiempo; no importa si se escribieron siglos atrás o si pudieran escribirse mañana: todos tocan la herida profunda del alma y dejan que el verso se eleve sobre sí mismo, se desprenda de autoría y se intemporalice, cualidad que hace que lo escrito por una mano determinada hoy, sea asumido por quien lo lea siempre: “Siento la calma / antes de estar perdida ya para siempre / o ser sólo una huella en el barro. / Sentir que todo me limita / como pequeña tierra bautizada en tu nombre. / Y qué más da si amaso esta virtud / o amaso el vicio y sueño y siento / y late mi corazón más todavía / y mi pupila se empeña en la ceguera. / Repleta estaba mi luz, / también mi negra noche / porque de tanto contarlas / las estrellas dormían en tus ojos”.
Uno se pregunta desde su silla de espectador pasivo, ¿cómo surge un poeta, es decir, se incorpora a la nómina humana una persona que entresaca de la nada visible un trozo de belleza para expresarse y, dado el caso, compartirlo con los demás?, como “reguero de amapolas, / como rastro sangriento para sentirme / más de carne y más de vida. / Qué misterio palpita en el camino, / cómo habla esta lengua tan osada, / qué deseo irrefrenable de continuar / con el alma más espesa y generosa. / Y este aroma de la tarde y el suspiro de sus árboles ante la eternidad. / Mirado así, aprendiendo la ternura de una soledad de pasos lentos”.
Cada día tiene su pregunta sin respuesta. La que flota hoy en el río que nos lleva puede valer para todo lo bello que nos mueve: ¿en qué limbo dormitaban los ecos hasta que los genios compositores los arrancaron de un tiempo fuera del tiempo para este tiempo nuestro? Y una vez más indagas en el impulso artístico y penetras en el túnel en cuyo origen habita el gran misterio, ese instante eterno de partida de toda creación al que no es posible regresar.
Dice Amate que “es tarde y todo duerme. / Es otra claridad la de esta noche / otro día llegado del revés / e igual de intenso. / Todo duerme, / pero este silencio es tan luminoso, / tan sabio en el enigma descifrado. / En esta llamarada se contempla la vida, / sus rincones, su mordedura mal curada. / Su memoria. Extraña luz, / reflejo en la paz de cuerpos inocentes. / Inusual, querida, / festejada luminosidad, / apetitosa danza. / No ha nacido la noche / sino otro amanecer de rojo eterno. / La vida se ha llevado el miedo / como una orquídea negra que dolía”.
No es fácil abrir un libro nuevo de versos y guardar la intención latente para reabrirlo mañana. Se da poco. En mitad de ese tiempo sin palabras habita el tiempo que nos cerca. Tiempo colectivo de un día hecho de tiempo en el que los versos fluyeron y lo que bullía dentro se hizo un fuera en voz alta o en palabra serena plasmada en el papel; ambas, voz y letra, venidas de un grito interior, de un “estar encerrada en mi cáscara, / protegiendo la clandestinidad de mis ojos, / enmudecida en mi estado de sitio. / Contar las sombras asumiendo mi reflejo / en todos los retrovisores. / Fingir que era audaz mi soledad. / Con el óleo de tu recuerdo goteando, / sin interpretar ese sollozo de tierra. / Agazapada, ajena. / Se deshacía la hermosura de vivir. / Qué lejos todo / y qué miedo no tener silueta para el amanecer”.
El dolor dilata el tiempo. El placer lo acorta. El poeta lo capta. Su llanto es calmo; su plegaria, leve: “se avino a amarme limpiamente y a limpio me supo su silencio”. Es todo.




CREACIÓN



“Todo es mar y sobre su hilado / la mordedura de la vida se retuerce / hasta desecar el tronco. / Todo es mar, hasta la tierra sufre la suntuosa condena. / Un espíritu navegando en matices del azul. / Cielo tan ligero y desnudo, tan puro en el milagro. / Inmaculada razón de la existencia. / El eco de la nada tras el rito / de llegar y partir. / Qué murmullo es ése de perlas y de algas / descendiendo de Dios a las profundidades. / Qué furtivo tumulto sin medida / surge de la escritura divina. / De su silbo solitario. / De su pasar egregio, / de su empeño en la rotura de compuertas. / Han llovido fragancias / sobre sombras con escamas, / se han suicidado las estrellas del viejo lupanar. / Y el húmedo, infinito, sexo / recoge la experiencia de recibir / y dar la voz del agua en feraz cuenco. / Hasta el río, el motín de los alientos, / hasta el magma, / sólo desandar los pasos ya es vivir.”
Francisca Gata Amate nace en Monesterio, Badajoz: “Huevo. Útero. Ambarino esperma”, reside en Albacete: “se anuncia el cántico de amor por lo que se construye”, y vive “en, de, para” la literatura: “ungüento del gen asumido por mi barro”. Ha recibido premios de poesía de fuste: “esculpan los líquenes sombras para un solo ojo”, como el “Paul Beckett” o el “Odón Betanzos”, y de narrativa: “piedras dormidas y cansadas huellas, nutrientes de la solitaria melancolía”, como el “Francisco García Pavón” y el “Felipe Trigo”, entre otros.
“Creación” es un libro de poemas inspirados en la obra del pintor Eduardo Naranjo: aguafuerte, tinta, pigmento, lápiz, barniz blando, punta seca, acuarela, témpera, óleo, ácido puro, lienzo, papel, trapo, grabado, difumino, aguada, tabla lisa, gouache, grafito, madera negra…, palabras cuya fuerza interior sitúa la autora al inicio de cada poema o el pintor como señales de su técnica. Valga la muestra pictórica que acompaña a estas palabras, hecha con trazo tan firme, donde la realidad y la ficción conviven en armonía. Si se entra en el juego propuesto por la obra, se ve la pintura y se lee el poema, o se lee la pintura y se ve el poema, de modo que parece que la autora ha dividido el cuadro de Naranjo en porciones para sacar de cada una su esencia, como quien entra en el marco y pone los grises que no se ven, sólo suenan.
Dicen los versos de Amate sobre “La mirada de Dios” que “La pupila está ahí, alerta, enjoyada / por sueños. Más sueños que en bazar / de orate. Cayendo enardecida / sobre la huera superficie. Derramándose. / Entusiasmada con el caos / maleable. / La pupila es Dios. El verbo, / y el verbo crear. En silencio. / En el futuro. Dios será la muerte / y la culpa asume su melodía extrema y dolorosa. / Pero el iris desnudo limará los contornos / y de la nada al todo, / la poesía de lo eterno, que ya es un júbilo. / Libro de fuego y agua. / Primera linfa que habrá de confundir el deseo / de mar. / Luz atisbando los rincones. / Pliegues del enigma, resuelto por el plumón / de esa noche larga. / Mercenario tan suyo va creando / y, por toda moneda, / el puro desvarío / convencido de que ha de ser así / y así le nace / el junco dador de vida. / Y este Dios solitario / anegando de hierba su mirada.”
El libro expresa doblemente el arte. Se diría que verso y trazo se complementan, pero igual pueden degustarse las pinturas por un lado y los poemas por otro que juntos, como aquí, en una suma de sensaciones. Naranjo plasma en el lienzo y Amate interpreta que “El hombre es nada / en la memoria del fuego. Si acaso idea / sin manos. / Larva latente en los huesos / del mundo. Azogue agazapado / en una esquina. / Hambre de Dios por todas las palabras / o por la voz que niegue / su existencia. Tres veces: no. / Tres veces: imposible. / Fraude de fe. / El hombre nuevo será invicto en el paisaje / de la noche, más noche / porque el día festeje / su llegada, / que mastique su luz / y lo atormente, impar en danza. / Impecable en su piel / desgarrando la piel de su Hacedor. / Rivalidad humana y tan divina. / Incapaz de negarle los favores. / Sin la puerta al vacío / por ahora.”
Un libro es pan amasado en el sentir. Al lector le queda la impronta de que el arte es poliédrico, cuyas caras juegan solas su particular partida para que los demás miremos, participemos, a ver si entre todos desciframos el misterio creativo del ser humano.

© Manuel Garrido Palacios

Jesús Aguilar Marina







EL BRILLO DEL SABLE
Premio de Poesía
'Odón Betanzos'





Para mí ya no es tiempo
de buscar la gloria;
la única corona que puedo alcanzar
es la de los cabellos blancos.

© Muhamad Shamsitd-Din “Hafiz” (1319-1389)

[Página 15]


Porque florece poco la clase de belleza
que tú ensalzas, no ha de honrarte la gloria;
a imagen de hoy ─todos ajenos
a tu música─, así futuros trovadores
olvidarán tu canto. Pero, consuélate,
lo mismo ocurre con las dalias de primavera:
son bellas y graciosas mientras dura
el tiempo alegre y joven, mas se extinguen
cuando el viento frío del otoño las agita,
y, entonces, para siempre, sin alcázares
de sol o plata, desaparecen de la tierra.

© Jesús Aguilar Marina

Héctor Garrido / Doñana en los ojos de un pájaro


DOÑANA A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UN PÁJARO
(Fotografías)
Héctor Garrido

Edita Cuadernos de Almonte
(Número extraordinario)

Esperaba ver fotos más de ornitólogo, más científicas (ya sabes: paciencia, macro y tele) y me sales además con esta sensibilidad visual y cariño por la forma. Como sabes, lo difícil es saber ver y tú, afortunadamente, lo has conseguido (o nacido con ello, que nunca se sabe)

© Ramón Masats

Emilio Ruiz Barrachina







ARROYO
Emilio Ruiz Barrachina




“He abierto con mi herida / una herida sobre el agua […] abajo el río es el espejo / y es el tiempo; / las retamas son canciones, / las canciones son viejos retratos, / los retratos son espadas. / El agua te toca y la has creado, / la genialidad te mira y la has convencido; / el amor se arrodilla, te pregunta, / y no tienes más remedio que aceptarlo”.
Emilio Ruiz Barrachina dice de su libro “Arroyo” que es un “poemario robado al tiempo”. Lo edita Sial y es Premio Internacional Rubén Darío. Es, como diría la voz popular: “Arroyo claro, fuente serena” por cuyo cauce transcurren sensaciones traducidas a palabras. Agua siempre igual y siempre distinta. “Agua con peces y barro”, cantó Federico, pero “agua, agua, agua, agua”. La imagen de la dedicatoria de “robado al tiempo” es cierta. El tiempo es el marco en el que nos movemos; dentro está todo para que lo tomemos en la porción de tiempo que nos toque. Lo que ocurra tras el límite temporal de cada uno será eco, no más que eco.
El poeta pasa por las estancias de su tiempo y compone con versos su expresión. En este caso se llama Emilio Ruiz y su obra nueva trae por nombre “Arroyo”. ¿Qué quiere el bardo que lleve ese arroyo en su camino? Él escribe: “El arroyo es el crepitar / de Federico rompiendo bastones, / quebrando falos. / Y es la voz de un abanico verde y malva. / Es la voz del abanico de Adela frente a Bernarda. / Es el abanico de los negros. / Es el canto de las sirenas. / ¡Bendiga, señor cura, otra vez la falocracia! / Y es el esperma de los nuevos mares, / el padre de los desastres, / el turbio deseo del barro / por ser el añil del horizonte, / voz salada. Alba. / Pero antes de rugir en una playa / será hierba, trigo, vino, aceite, / los surcos en los ojos de Paquita, / las rosas blancas del pelo de Félix, / el paladar amargo que dejan las deudas, / la nostalgia de las ferias, / las uñas limadas de Federico. / El arroyo es el azogue / de la camisa de Luis Rosales. / Yo soy el arroyo. / Y como todo arroyo me siento una gestión / hacia una página en blanco. / Alba”.
Clara metáfora la de los “versos robados al tiempo”, a lo efímero; sucede que, en vez de dejarlo ir por los túneles que llevan a ese camino infinito y aburrido llamado Eternidad, el poeta lo retiene para decirse lo que siente, para transmitirnos el desasosiego, para contarnos apenas el dolor: “La tarde se muere de rojos. / Tienes ya la noche en las pupilas / como ese rumor en el bosque / que sabe la hora de la muerte. / La hora de todas las muertes. / Junto a la fuente fría, dijiste. / Y de allí estás viniendo en cada verso, / en cada infamia, / en cada lágrima, / en cada rayo de luz que atraviesa tu espalda. / De rojos. / La tarde. / Luis sigue sufriendo. Aún después de... / La calumnia, dice Félix. / El perro andaluz. / Estás aprendiendo a caminar sobre las aguas, / temeroso, acongojado como entonces, / con la chaqueta doblada en el brazo / y esa vocación irrefrenable de gemir. / Se muere. / El traje de lino blanco / está teñido de sangre. / Desde la muerte te has quedado solo, / casi solo, / con tus negros y tus monos, con Whitman, / con Dióscoro, con los banderilleros, / con nosotros”.
Dice Manuel Rico en el Prólogo que Arroyo “es un libro alejado de todo ensimismamiento, y a la vez, un libro cargado de intimidad, de reflexión, de emociones, de apelaciones a la memoria. Para su autor tiene algo de circunloquio, de conversación en voz alta con seres cercanos con los que ha compartido la experiencia de dirigir un documental clarificador y necesario: Lorca, el mar deja de moverse. Conversación con dos muertos inmortales, Federico García Lorca y Luis Rosales; conversación con dos amigos vivos, casi hermanos, como Paca Aguirre y Félix Grande; con la historia de cada uno de ellos, hecha de experiencias compartidas, con la Historia que rinde cuentas de tragedias, injusticias, sevicias y mentiras cuando clarifica y revela, cuando se hace verdad y denuncia”.
Cuando el poeta se va no deja con su robo vacíos los anaqueles del tiempo, sino enriquecidos con sus versos para que los que vengan inicien el ciclo propio como si fuera un descubrimiento, porque el tiempo tiene vocación de agua de arroyo: siempre la misma, siempre distinta; vocación de, como dice Gerardo Diego al río Duero, “cantar siempre el mismo verso / pero con distinta agua”.

© Manuel Garrido Palacios

Luis Vicente Elías Pastor





EL PAISAJE DEL VIÑEDO
Una mirada desde la Antropología
Luis Vicente Elías Pastor
Editorial Eumedia. Madrid



Este libro es un trabajo realizado dentro del marco del Proyecto Cultural de las Bodegas R. López de Heredia de Haro (La Rioja). El estudio hace un repaso al paisaje del viñedo desde una perspectiva antropológica, por lo que ninguna visión le es ajena. Se analiza el territorio, las condiciones medioambientales, las formaciones de las cepas, tanto horizontales como verticales, así como los elementos complementarios como cercados, accesos, terrazas, bancales, chozos, cobijos y otras construcciones tradicionales; todo desde un planteamiento basado en la máxima de que “el trabajo de la viña ha ido modelando el paisaje a lo largo de los siglos”. El autor estudia las legislaciones que a través de la historia han modificado el paisaje y hace especial mención a los paisajes del viñedo Patrimonio de la Humanidad, y a otros que gozan de algún tipo de reconocimiento. Además de analizar las propuestas de nuevos paisajes que pretenden conseguir ese tipo de galardones. El trabajo no se concreta en ejemplos exclusivamente españoles o europeos, sino que analiza con profundidad las muestras de paisajes de viñedo en América Latina a través de los cultivos aportados por los emigrantes en aquel continente. Un texto final dedicado a los impactos y modificaciones que está sufriendo este tipo de cultivos, muestra la actualidad del paisaje. Y concluye aportando una propuesta para la realización de una cartografía de los Paisajes Singulares de Viñedos más interesantes de España. La visión antropológica del autor hace que no se olviden manifestaciones simbólicas e inmateriales que tienen su desarrollo o su soporte y reflejo entre las cepas.

© Editorial.

José Manuel Camacho






Invitación al lago
José Manuel Camacho
(Isla de Siltolá. Sevilla)




Invitación al lago es poesía esencial, poesía consciente, poesía hecha con entrañas y no con veleidades, poesía arriesgada en su desnudez del desconcierto, poesía de complejidad mínima ante la inmensidad de nuestra propia ignorancia, poesía joven de una honda madurez […] Invitación al lago conjuga perfectamente forma y fondo en una sólida incertidumbre no sólo sobre la creación en sí, sino también a propósito de la fragilidad de la existencia, especialmente cuando el ser humano duda y se enfrenta a las paradojas de la percepción. La imagen del lago, ─frente a la imagen del mar (que no refleja), o a la del río (que transcurre)─, con sus aguas tranquilas y delimitadas, nos atrae: por un lado porque refleja un pedazo de cielo al que podemos acceder y, por otro lado, esa misma imagen nos oculta la verdadera identidad del lago, su fondo incierto y desconocido que nada tiene que ver con el cielo y que, tal vez, incluso sea su contrario.

© Agustín Calvo Galán (Revista de Letras)

Fernando Puche






ASÍ TRABAJA EL FOTÓGRAFO
Fernando Puche




Fernando Puche (Madrid, 1966), que ha analizado la fotografía de naturaleza desde el ángulo artístico, que expone sus imágenes o las publica en FV, La Fotografía Actual, Iris, Contrastes, Arte y Naturaleza, Film Und Foto, Camera Natura, Black & White Magazine y Focus, que da conferencias e imparte clases en talleres y cursos sobre su especialidad, que tiene obras en colecciones privadas, en el Ayuntamiento de Córdoba, en el Instituto Cervantes de Moscú, en el Photomuseum de Zarautz o en la Fundación de los FF. EE., que ha escrito los libros Fotografía y naturaleza: más allá de la luz (2003), El Paisaje Interior (2005), Un Viaje Imaginario (2007) y Crónicas de un fotógrafo desconfiado (2009), ha sacado ahora Así trabaja Fernando Puche, donde habla de su trabajo como un viaje por su proceso creativo.
Pregunta: En pocas palabras…
Respuesta: Fotografiar el mundo natural es enfrentarse a cambios bruscos de luz, a condiciones climáticas impredecibles, a horarios sin horas, a un entorno a veces poco colaborador, a conocer el medio, a estar receptivo, a saber predecir ciertas condiciones ambientales...
P: ¿Cuándo deja la foto de ser mera técnica para ser arte?
R: Cuando la técnica pasa a un plano secundario y se pone al servicio de una idea original o creativa.
P: Lo digital ha abierto un campo de ensueño.
R: Se trata de que las nuevas tecnologías aporten su grano de arena a las posibilidades de plasmar, de forma más sencilla, nuestros sueños.
P: El fotógrafo busca la luz, las sombras, el encuadre … ¿qué más?
R: Sobre todo busca un sujeto que le apasione, que le ayude a expresarse y a través del cual pueda materializar sus ideas.
P: De los motivos, ¿… el gesto, el objeto inanimado…?
R: En el mundo natural prefiero los que son capaces de hacerme sentir; los que me obligan a parar y a no dejar de mirarlos.
P: Hacer un clic certero dura un segundo, una hora, un día…
R: He vuelto tantas veces al día siguiente o después de meses o años, que no me importa tanto que sea el momento preciso como tener claro que el sujeto merece una imagen. Entonces decido el momento.
P: Una imagen con la que haya luchado más de lo previsto.
R: Algunas que nunca encontré delante de mi objetivo, que aún sigo buscando.
P: El nuevo libro, ¿revela algún método secreto?
R: Explico cómo trabajo, de dónde me vienen las ideas, cómo elijo los motivos y los lugares y qué aprendizaje saco de todo. El método no está en cómo manejo mis herramientas, sino en el proceso previo que me lleva a decidir hacer las fotos que hago.
P: ¿Una fotografía es captar un instante mágico?
R: A veces es mágico, otras, es inmortalizar una experiencia a través de una imagen.
P: Hay opiniones sobre la iluminación.
R: Yo sólo utilizo luz natural. Me ciño a ella y en función de la misma decido captar o no la escena.
P: Se fotografían los cuerpos, las formas. Alguien quiso fotografiar el alma de las cosas…
R: Es una intención loable, pero el alma de las cosas no creo que pueda fotografiarse. Puede sugerirse, intuirse, y aún así nunca estaremos seguros de que el observador va a interpretar la imagen como nosotros lo hacemos.
P: En alguna exposición pictórica hiperrealista se ha dicho: Para eso, prefiero una fotografía.
R: Uno no debería adquirir una foto porque muestra la realidad tal como la vio el fotógrafo, sino porque expresa algo que alcanza algún punto de nuestra alma.
P: El blanco y negro, la gama de los grises…
R: Para mí siempre ha sido un reto, uno de los muchos que he tenido (y tengo) en mi desarrollo como fotógrafo.
P: Un día encuentra uno una máquina vieja en casa y prueba a ver qué hacer con ella. ¿Puede ser un inicio?
R: Por supuesto, toda herramienta es válida para empezar a expresarnos.
P: Para conseguir una foto, ¿cuántas se descartan?
R: Hay fotos que salen a la primera, otras necesitan varios intentos, otras nunca se logran…; para conseguir alguno de los efectos de mis últimas series he tenido que desechar hasta diez o quince fotos.
P: El fotógrafo hace su obra y la expone. Unos pasan de largo, otros se paran a mirar, otros preguntan…
R: Eso es lo bueno. Si todos pasan de largo, mal asunto. Si todos preguntan es que nadie ha entendido nada. Si todos se paran a mirar, quizá es que nos hemos vuelto demasiado parecidos. En la variedad está el gusto.


© Manuel Garrido Palacios

Milton M. Azevedo / ANLE


MILTON M. AZEVEDO
INGRESA EN LA ANLE



La Academia Norteamericana de la Lengua Española incorporó a su nómina de miembros al lingüista brasileño-estadounidense Milton M. Azevedo, quien disertó en la ceremonia de recepción sobre “Pérez-Reverte: el estilo de un escritor y periodista de nuestros siglos”.
El director de la ANLE, Gerardo Piña-Rosales, fue el encargado de contestar el discurso y e entregarle el diploma de Numerario de la ANLE, al que seguirá el de Correspondiente de la Real Academia Española.
La ceremonia se llevó a cabo en la New York University en el sur de Manhattan. Patricia López L.-Gay, de la ANLE, pronunció unas palabras de bienvenida, y el secretario general de la Academia, Jorge Ignacio Covarrubias, al alimón con Porfirio Rodríguez, también de la ANLE, tuvo a su cargo la presentación.
El nuevo académico recibió la licenciatura y el doctorado en la Universidad de Cornell, es profesor de español y portugués en la Universidad de California en Berkeley; ha enseñado también en la Universidad de Illinois, de Colorado y de Minnesota, y ha impartido conferencias y talleres en Australia, España, Portugal, Gran Bretaña y Holanda.
En una rara combinación de erudición y humor, Azevedo analizó el estilo de Pérez-Reverte con ejemplos concretos para dar al público una muestra del manejo del idioma del exitoso escritor, miembro de la RAE.
En su contestación, Piña-Rosales afirmó que en el análisis del discurso de Azevedo sobre Pérez-Reverte hay “un acendrado interés por sus aspectos formales: nos ha señalado la concisión del estilo revertiano, y nos ha mostrado cómo el autor maneja los más variados recursos narrativos, la onomatopeya, las extensiones pleonásticas, la jerga de la germanía y los procesos fonológicos del habla andaluza […] Milton Azevedo ha sabido, en este acercamiento a Pérez-Reverte, conjugar sabiamente sus conocimientos lingüísticos con la crítica literaria, jocunda coyunda de la que solo cabe esperar espléndidos frutos”.
En su presentación, Covarrubias trazó una semblanza de la personalidad de Azevedo, para trascender, según dijo, los meros datos y cifras del currículo. Contó con la colaboración de Rodríguez, quien leyó las respuestas textuales del lingüista brasileño a un formulario que reveló interesantes aspectos de su persona y aficiones culturales y literarias.
Entre el numeroso público se encontraban Leticia Molinero, Daniel Fernández, Alister Ramírez, Carmen Tarrab, Marta López-Luaces, Nuria Morgado y Rolando Pérez, todos ellos miembros de la Academia.

© ANLE

Clásicos de la Arqueología de Huelva (nº 12)






CLÁSICOS DE LA ARQUEOLOGÍA DE HUELVA (nº 12)
Edita: Dip. Huelva

DIRECTOR: Jesús Fernández Jurado
REDACTORAS: Pilar Rufete Tomico y Carmen García Sanz


SUMARIO:

APUNTES HISTÓRICOS REFERENTES
A LA CIUDAD DE MOGUER 
Celestino Pérez Ventana

CELESTINO PÉREZ VENTANA Y DE LA PORTILLA:
UN  LETRADO EN LA HISTORIA DE MOGUER 
Diego Ropero Regidor

Revista de Folklore (nº 360)




Revista de Folklore
(nº 360)

Febrero 2012
Director: Joaquín Díaz
Urueña



SUMARIO:

Editorial / Joaquín Díaz


La influencia del juego para potenciar el desarrollo infantil en el ambito educativo (I) / Mª Soledad Cabrelles Sagredo


El hoyo de Santa Marina de Tordesillas. Introducción e interpretación antropológica / Mariano García y García


Los traslados de la Virgen del Castañar, patrona del alfoz de Béjar, a la villa. Una forma de aproximación a las tradiciones y las formas de vida durante el siglo XVIII / Mª Carmen Cascón Matas


La lucha, el deporte más antiguo de la Montaña Palentina / Jorge Ibáñez Díaz.


http://www.funjdiaz.net/folklore/pdf/rf360.pdf